A veces en la vida, como en el deporte, las reglas te impiden ver el juego. Entonces, no hay emoción, y todo resulta acortezado.
Cuando los árbitros, jueces, y toda la burocracia que rodea el mundo del deporte , se enseñorean del espectáculo, es fácil que la trampa y el chanchullo campen por los despachos. No siempre ganan los mejores. Ni siquiera entre los jueces.
Nada es casual, ni siquiera los resultados de algunos partidos.
En la vida sucede lo mismo. A la hora de subir la cucaña los más diestros son los más cabrones, los que dominan la patada aérea lateral.
No te fíes de los hombres que se ocultan debajo de una corteza, la que sea : debajo de un caparazón siempre encontrarás una víscera viscosa.
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