¡A VER SI ESTE PLATO ES BUENO O NO ES BUENO!

Fue en una tutoría. Aquella mujer celosa,  despechada , tenía su particular venganza sobre  la infidelidad de su marido. La  contaba con pelos y señales. Y una vez explicada, se levantaba, se ponía  las manos en las caderas como para cantar una jota, y gritaba:

-  ¡Porque a ver si este plato es bueno o no es bueno!

El plato era ella. Y sí, tenía buena pinta.

Todo nació  de los celos.

Hay   quien vive su día a día  sin poder   estar pendiente  de lo que pueda hacer o decir  su pareja. Cotillear lo que hace , escribe, mira con otras personas. Nunca ha sido tan fácil gracias a las nuevas tecnologías. 

Se adelanta  el deseo  de  las misas  de difuntos " Todo lo que está oculto aparecerá".  

La duda  , la conciencia  atormentada  , le delata   cada vez que  escucha  el  silbidito de WhatsApp o solicitación de amistad de Facebook. Mala señal  que, aun con la excusa de los celos ( que no es amor) , se cruza  la línea  de  la desconfianza, de la sospecha...y de la ilegalidad : el año pasado un juez en España condenó a dos años y medio de cárcel a un hombre por espiar el móvil de su esposa. 

Pero no hace  falta  llegar  tan  lejos.

La curiosidad por conocer los secretos de la pareja es algo humano y comprensible. Sin embargo, hay que mantenerla a raya. Sin esa  confianza , faltan los pilares de una relación sana y equilibrada, que merezca la pena entregar una vida.

Las redes sociales   son un arma de doble filo donde podemos llegar a comernos el coco y rayarnos con relaciones pasadas, algunas ya  muertas, que nos generen mayor inseguridad, en lugar de dar tranquilidad. Cuando se hurga  en la  privacidad  de una persona buscamos   tranquilidad, paz. Puede ser que no haya manera. 

También podríamos encontrar mensajes ambiguos que, lejos de aplacar la ansiedad sobre la posible infidelidad del otro, acrecientan las dudas.. Ante cualquier sospecha lo más sano es preguntar directamente. Si es una pareja comprometida, intentará aclarar las dudas reforzando la complicidad y nutriendo de confianza la relación.

Pero si no se hablan las cosas  un sencillo e inocente emoticón  puede provocar  una bronca volcánica.

Se hizo una  curiosa  investigación dirigida por científicos de la Universidad Metropolitana de Cardiff . Se  planteó a una población de estudiantes algunos mensajes imaginarios de dos tipos, bien de carácter sexual o de tipo emocional, para ver cómo respondían. 

Tras medir en qué forma detenían su mirada y analizar sus movimientos oculares, concluyeron que las mujeres pasaban más tiempo mirando los mensajes de contenido emocional que los sexuales, justo al contrario que los estudiantes varones. Del mismo modo que una mujer necesita escuchar un "te amo" para  llevar adelante una infidelidad,  le  cuesta mucho perdonar un "te amo" de su pareja a otra mujer.

La persona que espía no siempre responde al perfil típico de celoso patológico. És@   que   busca señales y persigue o controla al otr@ de forma obsesiva, confundiendo amor con posesión..

Muchas veces responde  a una realidad. En su trabajo diario contempla casos en los que   ve  personas que son verdaderamente engañadas. ¿Qué hacer?.  Y en su  atormentada imaginación  no  encuentra otros recursos para descubrir lo que ya intuye que  hurgar  a escondidas. Porque nota de forma objetiva que su pareja ha cambiado de hábitos, se esconde para contestar a los mensajes, o miente....en fin, que hace

cosas raras.

En mi  opinión, habla. Charlar de una manera serena y espontánea. Se trata de reforzar la complicidad y salvar el barco. Se puede  salvar, a condición de perdonar, de saber esperar, dar tiempo, y dejar los egos  lejos del orgullo herido..

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