En este preciso instante habrá en el mundo siete mil millones de habitantes, unos duermen, otros se desperezan , y otros viven , rezando a su respectivo dios o bostezando .La partitura humana es muy corta. Un pentagrama de siete notas desde que uno se levanta hasta que se acuesta, incluida también la travesía onírica de la noche. Nuestra vida se reduce a efectuar o a soñar una serie de actos similares, a una determinada hora, sin salir del pentagrama.
Con siete notas musicales y un instrumento se puede realizar un número infinito de sonidos. Nuestra vida puede ser una balada maravillosa, una jota que estremece , una sinfonía, una obertura , un silbido amoroso . Las variaciones de tu alma compondrán la música de tu vida, esa que comenzó a sonar cuando llegaste al mundo a bailar.
Todo cuanto el hombre da de sí está entre la plegaria y la blasfemia, entre la limosna y el asesinato, entre la gracia y la miseria . Un director de orquesta, por ejemplo, Dios , con una batuta desde la Vía Láctea , es capaz de arrancar los acordes de la humanidad haciendo vibrar sus pasiones allá abajo. Unos sonarían como Let it be, o como un oratorio de Bach , como una banda alegre del Circo, como un soneto recitado de un hombre enamorado.
También la tos es música. Y el gemido de dolor de un enfermo. Los lloros de un alma desesperada.
Todo es música para ese Dios.
Debajo de cada traje regional o sombrero típico, del traje y corbata, en todas las partes del planeta habita el mismo hombre, con unos delirios, virtudes o bajezas semejantes a las del vecino de tu casa.
Al final llegas al fin del mundo, donde está la isla del tesoro, y encuentras tu alma repetida hasta la saciedad. Somos la misma hormiga que busca el pan tres veces al día y quiere amar , dormir tapada, tomar un refresco, que reza a un dios, mata al prójimo, besa a la novia y dice las mismas cosas, normalmente tontas.
La verdad, no somos gran cosa.
Intentamos componer una bella sinfonía y normalmente nos sale un maullido desentonado que nunca estará en la lista de los cuarenta principales.
ResponderEliminarTenemos la capacidad de errar, y eso, amigo, nos abre todo el abanico de posibilidades de meter el cuezo.
Doy clases de bachillerato en un bar turco a dos adolescentes inmigrantes.
Ellos son los putos turcos del instituto, y yo soy el cristiano cabrón.
Ellos han suspendido seis de seis. Pleno .
Y a mí el mercado laboral me ha mandado al carajo. Pleno.
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Cada día a las cuatro de la tarde me siento en una mesa del bar, pido un café cortado y extiendo los libros y los cuadernos.
Qué somos ? - pregunto en voz alta-
Y desde la cocina un chaval de dieciséis grita : somos un puto equipo .
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Su profesor de matemáticas cobra dos mil pavos y no se preocupa de los torpes de clase.
Yo no cobro un pavo, pero soy capaz de hacer radicaciones, operaciones con logaritmos, sistemas de ecuaciones y matrices.
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Mis chicos me siguen.
Simplifico las dificultades y les enseño a pensar.
Hacen veinte ejercicios al día y son capaces de comprobar por ellos mismos si el resultado es correcto.
Como trabajan y estudian llegan dormidos a clase.
Mi trabajo es despertarlos.
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Bien. Tenemos una brasileña, una ucraniana y una sueca. Están como un tren de mercancías. Las tres. Solo tienes tiempo para una, y debes elegir a quien vas a llamar para ir al cine este sábado. La brasileña gasta x elevado a cero coma cinco, la ucraniana raíz tercera de dos x y la sueca logaritmo de x al cubo.
Si tu x, porque eres un mindungui, es igual a veinte pavos, a cual de las tres puedes invitar al cine ?
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Profe, yo invitaría a la que esté más buena.
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Esta semana se examinaron y han sacado ambos un siete sobre diez.
Ya no son los putos turcos del instituto. Ahora son las putas máquinas del siete.
Y eso, es música.
Música dirigida por un Dios que me manda cada día a dar clases a inmigrantes.
A las cuatro de la tarde.
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Con un sueño de que te cagas.