Fue un atardecer en Tudela caminando por un callejón sin salida donde me sorprendieron las hadas en forma de recuerdos.
¿Recuerdos de quién?
De tod@s las personas que me silbaron y consiguieron que fuese corriendo , jugueteando, y me desnudaron el alma a besos, restañando mis heridas y limpiando el polvo.
Nunca hubo tanta luz en las tinieblas de mi viejo y gastado desván .
Créeme que nada enyesa tantas grietas como perderse en un callejón sin salida .
Quisiera volver a menudo al pasaje donde se aquieta la vida , para sentir esa contrición balsámica, donde se huele la alegría y las venas palpitan y las baldosas preguntas por los amigos que se han ido.
Créeme que nada enyesa tantas grietas como perderse en un callejón sin salida , al lado de la Catedral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario