jueves, 16 de julio de 2020

PARÁBOLA DEL COCOTERO.

La  vida es un cocotero.

Me explico.  Al parecer, en una isla del sur poblada por unas tribus muy primitivas, cuando llega noche vieja  se celebraba una fiesta muy singular para conmemorar el nuevo año.

Al son de los tambores y los bailes cadenciosos de muchachas que mueven con estilo sus caderas  con guirnaldas que cubren sus pechos ,  los jóvenes elegían a los más viejos de la aldea. Los subían  en lo alto de los cocoteros y los dejaban allá arriba advirtiéndoles  que se agarraran bien a las palmas reales. 

A  nosotros   el Miércoles de ceniza, un sacerdote  nos recuerda de donde venimos, y a donde vamos: del polvo, y al polvo.  Todo sea  escrito sin segundas intenciones.

A esta gente se lo recuerdan de otra manera; encaramándolos a un cocotero.

Para esos ancianos es su última oportunidad en  merecer aún la vida. Entre cánticos rituales la ceremonia consiste en que los jóvenes comienzan  a mover con fuerza  los troncos con violencia . Metáfora perfecta: como cocos de agua ya demasiado maduros algunos viejos caían al suelo y la tribu los daba por muertos. Eso sí, seguían cantando y danzando, aloha, aloha.

Si no morían por el golpe, los finiquitaban  con la máxima atención  mediante potingues y ungüentos con otra ceremonia  para que dejaran paso a la vida que venía detrás. 

Pero había algunos ancianos  que conseguían superar la prueba agarrándose muy fuerte a las palmas . Después de  horas agitando el cocotero, y balancearse como un tentetieso bajaban del cocotero en medio de aplausos y lograban vivir hasta el próximo fin de año . Son   muy respetados. 

Es posible  que nos parezca  una atrocidad de costumbre. Incluso que hay  que ser  muy hijo de puta para subir a tu propio abuelo allá arriba. Sin embargo, no hay viejo que no pueda vivir un año más ni joven que no pueda morir al día siguiente. 

Me gustaría  saber  cuantos jóvenes han  fallecido mientras dormían a la sombra de un cocotero por  la  caída de un coco en la cabeza ( al respecto tengo una anécdota, pero otro día). 

Moraleja: para vivir la primera condición es amar la vida y, seas joven o viejo, tener como principal proyecto no morirte. 

Otra moraleja ; a partir de cierta edad agárrate  fuerte  cocotero, que hay mucho cabrón suelto.



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