lunes, 20 de julio de 2020

LA PRIMERA MIRADA.

Todo comienza con una mirada.  Podría decirte el día, el lugar y la hora. Unas pupilas que se agrandan, que brillan, que saben hablar en un idioma que no tiene palabras, ni diccionarios, ni sonidos. Todo comenzó antres de saber nada, ni nombres, ni lugares, ni historias biográficas.

Todo comenzó con una mirada que entiende porque hablan del mismo modo. Y se susurran. Y se acarician. Y se sonríen. Y esa mirada sabe que todo lo demás sobra. En ese instante  no hay cabeza ni corazón. No hay lugares. No hay relojes. No hay más futuro que no sea ahora. No hay otro idioma. No existe más que una mirada que pide, que busca, que desea, que intuye, que cree y que sabe. Que sabe escuchar sin oídos, hablar sin palabras, comprender sin mente, sonreír sin boca, desnudar sin mano.

Y el espacio se llena de una electricidad entre dos miradas, tanta, que uno piensa que quienquiera que se cruce quedaría desintegrado,

Y no hay más. No hay menos. No hace falta más que lo que existe ahora.

Y todo empezó en una mirada.


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