Dios es un herrero que a martillazos templa el alma de los buenos en el fuego de las aflicciones.
Te preguntarás si creo eso. Pues sí. Estoy convencido que lo más importante de la vida es el morir, que no es su final. Lo importante de la muerte no es saber admitir que moriremos sino más bien cómo lo haremos cuando no tenemos ganas de morirnos.
Se me han muerto ya unos cuantos. Todos demostraron que a veces no basta la fuerza de los años bien puestos para vencer al enloquecimiento de las células. A veces la muerte cae como la tierra sobre la tumba. Otras veces la muerte juega al escondite. Asoma como un dolor lejano, se agita entre las vísceras , desaparece dos días y regresa al tercero.
A la muerte le gusta coquetear con la ciencia médica. Enseña su zarpa en los análisis y luego se permite dar esperanzas que sirven para llamar al público. La muerte es una actriz descarnada que no actúa en solitario. Porque lo único que pretende la muerte es que la temamos. Por ello elige a los más fuertes, los más prometedores, los más queridos de nosotros y se los lleva lentamente para que la maldigamos...¡hija de puta!
Hablo mucho con mis muertos. En iglesias, capillas, en el coche, andando, donde conviven mis miedos y sospechas con las palabras sencillamente humanas, en el silencio . Mis amigos.
Sé que la muerte de alguien de nuestra edad es como el hueco que deja la bomba a muy pocos pasos. Con lo que quedaba por vivir y por contar, por reír y por llorar con esa persona y ahora solo nos brotan esas lágrimas agrias mezcladas con el estupor.
Ni siquiera las palabras sacerdotales pueden prometer gran cosa. Lo de la otra vida para muchos aparece como un sucedáneo o como un premio de consolación para rebaños conformados.
Yo no. He conocido persones que crean cielo por donde pasan. E cielo estaba en la sonrisa, en la fuerza, en el afecto de esas personas que acariciaba el mundo y sus gentes con los ojos.
Pues bien, como dijo alguien, llegó la muerte y se llevó esos ojos cuando todavía nos habían de iluminar muchos caminos. Ante esas muertes precoces no hay consuelo divino que valga.
La vida realmente es una lotería. Y a veces parece que Dios no es más que un binguero despistado. ¿Cuánto hay que rezar para que se despierte? “
Gracias por escribir, siempre me ayudan mucho tus reflexiones y vivencias, un abrazo.
ResponderEliminarGracias a ti por leery estar allí
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