No sé de quién es la frase " ¿hay algo más hermoso que una catedral?: sí, las ruinas de una Catedral".
Siempre me han gustado las ruinas. Incluso las humanas. En mi adolescencia sentía una pasión morbosa por las mujeres maduras...¡qué cosas!.
Tengo la impresión de que las ruinas guardan el espíritu de quienes anduvieron por allí. Recomiendo visitar el monasterio abandonado de santa María de Moreruela , uno tiene la sensación de que algo siempre queda flotando entre los restos de un edificio derruido.
Creo, por tanto, en los espíritus si se entienden como el recuerdo de un tiempo lejano que impregna los lugares en los que las personas amaron y murieron.
Un día mi padre me llevó , de regreso de cazar perdice donde yo iba de perro, a las ruinas de Belchite , un pueblo de Zaragoza que fue escenario de una batalla feroz. Aquel mundo, brutalmente destruido por hermanos causó una viva y fuerte impresión en mi sensibilidad adolescente.
También cuando tenía 14 años me quedé fascinado por el antiguo colegio del Salvador, en Zaragoza. Los jesuítas lo vendieron y durante años escapaba a pasear por sus enormes pasillos abandonados , sus aulas, las habitaciones de los internos, camas desvencijadas ,la Iglesia llena de mugre y polvo.
¿Qué fue de aquellos curas, algunos murieron allí, de esos profesores que atendían el internado, de las oscuras historias que allí, con toda seguridad, se dieron ? ¿De los miles de niños y chicos que pasaron por aquel lugar, cerrado hace más de medio siglo, y que hoy es la central de Ibercaja ? ¿Conservan las oficinas de la Caja algún vestigio de todas aquellas vidas?
Los que seguís el Barullo veréis que siento debilidad al hacer fotos de atardeceres, fábricas abandonadas, solares de las casas derruidas, las fuentes de piedra que han dejado de dar agua, las puertas de madera , que ya no se no abren.
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