No acostumbro en el Barullo a tratar temas políticos, pero ayer en las elecciones de Madrid vimos un asunto moral, algo así como una fábula.
Por un lado, la debacle y el hundimiento de una forma de hacer política. Probablemente, Pablo Iglesias en un mundo sin memoria, sin hemerotecas, sería alguien. Pero es un mentiroso. Y cayó con todo el equipo. No quiero hacer leña de ese árbol caído que, intuyo, nos va a dar muchas más historias morales poco ejemplares. Porque es que lo lleva en la sangre.
Detrás vendrá la debacle del sanchismo, y esa forma ridícula de impostación, pose, y propaganda.
Estoy convencido de que nada de lo ocurrido le persuadirá de hacer cualquier tipo de autocrítica. Al contrario, muy probablemente insistirá en atacar el fascismo de Madrid, y continuará con su política sectaria y mentirosa hasta el fracaso final.
Han sido los golpes de esta izquierda los que han esculpido la estatua de Ayuso, pero lo llevan en la sangre: siguen cavando hasta salir del pozo...¡ja!
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