lunes, 10 de mayo de 2021

PEQUEÑA AUTOBIOGRAFÍA SENTIMENTAL

En mi padre habitaba el alma de un poeta. Era un romántico . Y así vivió la vida.


Se enamoró de mi madre - ¡ y de qué modo más maravilloso!  Dejó todo por ella. Nada pudo con ese amor que, visto con ojos burgueses, era una absoluta locura.  Desheredado por su familia, condenado a las tinieblas exteriores de la pobreza, con la calumnia de fondo, se embarca en una boda a las ocho de la mañana , en una misa de diario, sin más testigos que los padres de mi madre, y los fieles que a lazo cazaron aquella mañana.


El banquete fue un desayuno de chocolate con churros.


Un personaje. Con los años su figura se me ha hecho gigantesca. En aquel mundo del Tradicionalismo carlista  encontró  un manantial de tesoro espiritual, tan confuso a veces.  Era un hombre sensible, culto. Tuvo la oportunidad de observar el pasado teñido de leyendas, aventuras, y sueños. Mi padre se ensimismaba y entusiasmaba   con las cosas del campo, de la historia. 


Y con la Religión. A ese hombre, de una rectitud de conciencia ejemplar,   Dios le atormentaba. Y a mi con él, o por él.


A mi padre le debo el sidral de mis creencias, de mi fe, de mi forma de entender las cosas de Dios. Los sucesos que viví me  condujeron a hacerme muchas preguntas y sentir miedo, frío,  por  la falta de respuestas del mundo en el que vivía.


Con los años mis contradicciones son oceánicas. Muchas veces me he  replanteado  los fundamentos del mundo tradicional que mis mayores me han dado.  Al ir viviendo, también protagonizando ,  distintos comportamientos, nobles y canallas, normales e insensatos, tan serios que resultan cómicos o tan cómicos que parecen serios, mi corazón era  como un rompecabezas. Y con frecuencia me quedo perplejo y como en el extravío. Y pienso  : ¡qué grande  es el mundo y qué rico en gentes de toda clase y en sucesos extraños! ¡Y qué lejos está el cielo, allá por encima de los tejados! ¡Y qué profunda la tierra, debajo de los adoquines! ¿Y dónde estará  Dios, de quien  hablaba constantemente en  casa? 


Yo estaba asombrado, encandilado, fascinado… porque , sí, he llegado a creer todo firmemente. Hasta que comprendí que la Fe es algo personal. Y tan personal que sólo se puede tener si tienes experiencias de fe. Experiencias personales. 


No vale que te te lo hayan contado. Esa es la razón por la que hace años decidí volver a empezar y dejar de creer en muchas cosas, y personas.


Mis padres eran personas  sin respuestas… pero admirables.


He tenido una vida un tanto errática. Y cuando me he perdido he vuelto a  la memoria a mi infancia. En esa infancia para mi padre la respuesta a todas las preguntas era Dios. 


Hoy pienso que cómo podía saber él que existía Dios si nadie lo había visto.   ¿Qué pasaba cuando alguien moría? ¿Habría de verdad cielo e infierno? ¿O una persona muerta no se diferenciaba de un insecto muerto? No recuerdo cuándo dejaron de atormentarme estas preguntas.


Pero , al final, de verdad de verdad, lo único que importa es esa fe de aquel hombre, y en ella me cobijo en silencio.


Constatar que mis padres no tenían respuesta para todo no me impide mostrar mi admiración y cariño hacia ellos.  Aunque mi madre y mi padre no se parecían en nada, a ambos les repugnaba la vulgaridad, la ostentación, el disimulo y la adulación. Constituían una familia para la que la derrota era preferible a la indignidad y que entendía que los logros había que ganarlos honrosamente. 


Hoy sé que éramos los herederos de un código heroico de gente de fe  basado en la aptitud para afrontar el sufrimiento por el bien de la pureza espiritual.


Y, aunque aún estoy lejos de ellos, hacia allí regreso.




No hay comentarios:

Publicar un comentario