jueves, 5 de enero de 2017

AL AZAR DE BALTASAR

Para algunos  soñar es lo  más necesario que existe, más necesario incluso que ver. 

Para mi lo es. No concibo  vivir  sin soñar. A veces creo que vivo  lo soñado. La  realidad mancha. Nuestra  mirada se ciega ante la luz   esta obliga a cerrar  los ojos . Sin sueños  la vida  sería durísima.

Muchos  hemos educado  la  mirada y  la imaginación gracias  al  cine.  Construimos nuestros sueños como guiones . Después se harán realidad  o no. ¡Qué  importa!

Lo contrario  es  vivir  como espejo  y eco. La pobre ninfa Eco. Eco acostumbraba entretener a Hera con su charla, lo que Zeus aprovechaba para entregarse a sus aventuras amorosas. Cuando Hera lo descubre, convencida de que la ninfa es su cómplice, la condena a repetir todo cuanto oye negándole la posibilidad de hablar por sí misma. De forma que, cuando se encuentra con Narciso en el bosque y se enamora de él, no puede sino repetir las cosas que este le dice.

Mucha gente  vive en el mundo de Eco.  No hace   sino ser el eco de lo que ve en los medios audiovisuales, que a su vez solo es repetición de lo que se dice y se ve en otro lugar. Son  copias de copias. Y, lo más extraño, es que no solo no tienen  conciencia alguna de ello, sino que cuanto más se  limitan  a repetir lo que oyen  y a parecerse  a lo que ven  más orgullosos y  seguros se  sienten.

Contemplar  , que es  mucho más  que  mirar,  tiene que ver con la atención, con la renuncia a poseer. Es descubrir un hallazgo. 

Cuando uno  se sorprende,  anda  por  la vida  sin saber qué quiere exactamente. Por  eso se sorprende. De repente, te encuentras  asomado al misterio de la realidad:  el amor y la vida mira de verdad el mundo. Contemplas  ese  hallazgo  y descubres el amor. Esto sucede con la música, el arte, la fotografía, la literatura...pero , sobre  todo, con la  el ejercicio  de la imaginación.

Hay un pasaje en El idiota, la novela de Dostoievski, en que el príncipe Mishkin habla a sus amigos de una época oscura de su vida en que sus frecuentes crisis epilépticas le sumieron en un estado de confusión cercana al delirio. Una tarde, en las afueras de Basilea, el repentino rebuzno de un burro tiene el poder de devolverle la razón que estaba perdiendo al poner frente a él la presencia insustituible de lo real. 

Este pasaje inspirará a Robert Bresson su película más hermosa, Al azar  de   Balthasar. Nadie que haya visto esta película podrá olvidar la última secuencia, en que el burro enfermo busca el calor de un rebaño de ovejas para morir.

Curioso que la vida de Baltasar, entre latigazos, trabajo de carga y necedades, tras esos acuosos ojos, con una muerte anónima, no se diferencia demasiado de la nuestra.
Imagen relacionada
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ESPACIO RADICAL LIBRE: EL FINAL DE LAS GRANDES PASIONES


1 comentario:

  1. Los astronautas, cuando vuelven a la Tierra, pasan las de Caín.
    El contraste entre lo que han visto a 400 km de altura y la vida a cota cero, es atroz.
    Muchos cambian de vida y otros hacen lo imposible por volver a subir hacia las estrellas.
    Va a ser muy complicado colonizar el Cosmos.
    Somos seres que sueñan con un mundo mejor.
    Por eso es más probable que surjan nuevos Profetas.
    Y que tendamos a soñar aquí abajo.
    ...
    Los cosmonautas rusos se consuelan leyendo doctor Zivago.
    Y los norteamericanos yendo al cine.
    ...
    Luego están los cosmonautas bereberes. Esos son muy felices. Han aprendido a órbitar la Tierra a través de los cuentos orales que escuchan desde niños alrededor de un fuego compartido.
    Esos son los que podrían conquistar el Cosmos.
    La NASA lo sabe. Pero no consiguen que dejen el desierto para hacer un máster en astronáutica.
    Simplemente son muy felices aquí, con sus camellos, su libertad y su música.
    Y por la noche contemplan todas las estrellas.
    No les interesa viajar a Cabo Cañaveral.
    Saben que aquí es donde hay que estar.

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