Hay un mundo que no ha llegado a nosotros, pero que está muy cerca , si lo sabes ver.
Todos los papiros antiguos de la cultura de Mesopotamia, de Egipto, de la India ,o el Japón, que se han perdido. O las historias que se transmitían de viva voz en las plazas y que se recordaban por generaciones . También las canciones compuestas por millones de personas enamoradas, o heridas por el desamor, o por la muerte de un ser querido, o la inspiración de un Dios.
Los instrumentos fabricados para acompañar esas melodías que se han disuelto en el aire , tal vez para siempre.
Los frisos que se dibujaron para celebrar el nacimiento de un rey, o la gloria de una victoria. Las vasijas que decoraron palacios que ya no existen.La coreografías de bailes y danzas para celebrar la alegría de una fiesta. O las esculturas a mayor gloria de los grandes del mundo , y que hoy son polvo.
Sólo una pequeña parte de la creación del mundo ha llegado a nosotros.
Pero algunos intuimos que tarde o temprano esa huella regresará de alguna manera. La imaginación consiste en navegar ese mar ignoto, bucear hasta encontrar el tesoro que la historia ha sumergido y rescatar del fondo del abismo una parte de tesoro que perdimos.
A veces escucharás a un agricultor o a un humilde pastor , a un albañil, decir cosas que suenan a sabias, salidas de su coleto. No han leído nada, quizás no saben leer, pero lo que conocen está escrito en el aire, y de allí lo han aprendido.
Cuando Jesús usaba las parábolas hablaba para esa gente sencilla , que eran sabios. Por eso, si no tenemos esa sencillez de corazón no nos coscaremos de nada.
A mi me conmueve ese campesino que trabaja con la azada entre los cuatro elementos, la tierra, el fuego, el aire y el agua, que según los presocráticos componen la naturaleza. Y fruto de esa labor consiga unas habas, aquellos pimientos, esas patatas, tomates que rezuman el rojo del sol del mediodía, maravillosas calabazas y melocotones , y todos ellos coronan las cimas más altas del espíritu humano.
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ESPACIO RADICAL LIBRE: A PROPÓSITO DE "MÚLTIPLE"
No palmes sin sumergirte en un mercado árabe.
ResponderEliminarEs bien sencillo.
Te apuntas a un viaje a África, y un día decides irte a comprar tabaco durante seis u ocho horas, sin prisa.
Te sumergirás en las Mil y Una Noches a calzón quitado.
Encantadores de serpientes que harán bailar tus miedos ancestrales, vendedores de especias que te devolverán el sentido del olfato, artesanos que te enseñarán a hacer de una lámina de cobre una superficie ondulada de doble curvatura con la ayuda de un martillete.
Y si tienes suerte y valor, y no te raptan para vender tus carnes para hacer jabón, el Gran Premio.
Contadores de historias que enmedio del Gran Bazar, atraen a los curiosos, los sientan en un gran círculo y te cascan una historia maravillosa de un rey que tenía una hija preciosa y de las putadas que el Rey se inventaba para probar si los pretendientes eran unos mindunguis o estaban hechos con piedras preciosas.
Como europeo todavía tienes una oportunidad de ser Marco Polo y aprender a leer en tártaro la epopeya de diez mil años de cultura clásica.
O bien, comprar el Semanal un domingo y perder el tiempo con un maldito artículo sobre los restaurantes españoles alicatados con las estrellas de la Guía Michelín.
Tú eliges, amigo.
Ayer alguien me decía: todo lo que tengo me lo debo a mí mismo.
ResponderEliminarLe contesté que eso les pasa a todos.
Bueno, a Bernardo de Chartreus no. Decía que somos "Quasi nanos gigantum humeris insidentes", como enanos en hombros de gigantes. Los gigantes son nuestros antepasados y todo lo que se ha perdido, que nos aúpan para ver más lejos. Nosotros seremos la base para la futura humanidad.
Bernardo nos dejó ese licor tan bueno: el Chartreuse, que nunca falta en mi sobremesa.