miércoles, 11 de enero de 2017

INVENTARIO DE SONIDOS

La soledad de la   noche se quebró de repente con el ladrido de un perro. Desperté .A continuación, en medio del silencio deshabitado de la  plaza  donde  vivo   sonaron las fichas de dominó de un bar de abajo. Nunca hasta entonces había tenido la sensación de que el silencio es un paisaje hermético lleno de sonidos que son categorías de la mente. 

Dicen  que la Tierra, mientras gira, emite una frecuencia, una nota musical, a 7,83 hercios. Pero esta frecuencia varía ligeramente por razones que aún no conocemos. Tal vez haya una explicación más simple.

Tal vez, el sonido de nuestro  planeta está influenciado por las siete mil millones de almas vibrando en ella, cada una con su propia música, añadiendo su propia armonía.Cantamos, silbamos, hablamos, rezamos, gritamos, lloramos, alabamos, abucheamos...

La escala musical  consiste en 12 sencillas notas que crean una variedad musical infinita.

Si pudiésemos convertir en sonidos todas  esas  esas relaciones humanas, animales,  de la  propia 
naturaleza  , podríamos oír la Música de una  partitura maravillosa, un sonido tan inmenso y poderoso como el propio universo.

He aquí un inventario   de  mis  ruidos: el  sonido desgarrado del  frenazo  de  un  coche    que atravesaba la noche de verano,  La  canción que cantaba    mi madre  y  que  uno escuchaba  desde  la cama    en las largas  mañanas  de  convalecencia enfermo en casa. Los gritos de  los compañeros de clase  en el recreo  mientras uno estaba castigado sin patio. La pedrea del granizo   en el techo   del refugio de Monte Pedido  en otoño.El  silbido del cierzo peinando los trigales. Las olas del mar rompiendo  en una playa de septiembre  . El cambio de   presión  en los oídos  cuando bajas  de una  montaña. El  murmullo del arroyo  del deshielo. La cadencia del ronquido de  tu padre  echando  la  siesta  en las tardes de  verano.

Las pisadas sobre la  nieve  virgen al ir al colegio.   El ronroneo de un gato  dormitando  sobre  tu pecho. El primer   sorbo balbuciente de una sopa de  ajo  casi hirviendo. El respirar de un  bebé. El   beso sonoro  que canta en la mejilla de la mujer  que amas. El suspiro de una madre  que espera. El rasgueo de  una guitarra. El crepitar de  un par de huevos fritos. 

El sonido del amor  cuando no hace  ruido. Y el  del amor  cuando  hace  ruido.

Muchas veces  he  buscado, y he pedido, escuchar 
ese  sonido que  nadie  haya escuchado jamás. No  lo he  conseguido. O quizás sí, y  no  supe estar atento . Es  posible  que me haya hablado un ángel, o el mismísimo Dios. Tal   vez  ella  me susurró al oído  la frase  que quedó perdida en  una esquina del alma, y  se  ha  quedado manueleando por  allí  dentro.


---------------------------------
ESPACIO RADICAL LIBRE: ¡MÍO!

No hay comentarios:

Publicar un comentario