La soledad de la noche se quebró de repente con el ladrido de un perro. Desperté .A continuación, en medio del silencio deshabitado de la plaza donde vivo sonaron las fichas de dominó de un bar de abajo. Nunca hasta entonces había tenido la sensación de que el silencio es un paisaje hermético lleno de sonidos que son categorías de la mente.
Dicen que la Tierra, mientras gira, emite una frecuencia, una nota musical, a 7,83 hercios. Pero esta frecuencia varía ligeramente por razones que aún no conocemos. Tal vez haya una explicación más simple.
Tal vez, el sonido de nuestro planeta está influenciado por las siete mil millones de almas vibrando en ella, cada una con su propia música, añadiendo su propia armonía.Cantamos, silbamos, hablamos, rezamos, gritamos, lloramos, alabamos, abucheamos...
La escala musical consiste en 12 sencillas notas que crean una variedad musical infinita.
Si pudiésemos convertir en sonidos todas esas esas relaciones humanas, animales, de la propia
naturaleza , podríamos oír la Música de una partitura maravillosa, un sonido tan inmenso y poderoso como el propio universo.
Dicen que la Tierra, mientras gira, emite una frecuencia, una nota musical, a 7,83 hercios. Pero esta frecuencia varía ligeramente por razones que aún no conocemos. Tal vez haya una explicación más simple.
Tal vez, el sonido de nuestro planeta está influenciado por las siete mil millones de almas vibrando en ella, cada una con su propia música, añadiendo su propia armonía.Cantamos, silbamos, hablamos, rezamos, gritamos, lloramos, alabamos, abucheamos...
La escala musical consiste en 12 sencillas notas que crean una variedad musical infinita.
Si pudiésemos convertir en sonidos todas esas esas relaciones humanas, animales, de la propia
naturaleza , podríamos oír la Música de una partitura maravillosa, un sonido tan inmenso y poderoso como el propio universo.
He aquí un inventario de mis ruidos: el sonido desgarrado del frenazo de un coche que atravesaba la noche de verano, La canción que cantaba mi madre y que uno escuchaba desde la cama en las largas mañanas de convalecencia enfermo en casa. Los gritos de los compañeros de clase en el recreo mientras uno estaba castigado sin patio. La pedrea del granizo en el techo del refugio de Monte Pedido en otoño.El silbido del cierzo peinando los trigales. Las olas del mar rompiendo en una playa de septiembre . El cambio de presión en los oídos cuando bajas de una montaña. El murmullo del arroyo del deshielo. La cadencia del ronquido de tu padre echando la siesta en las tardes de verano.
Las pisadas sobre la nieve virgen al ir al colegio. El ronroneo de un gato dormitando sobre tu pecho. El primer sorbo balbuciente de una sopa de ajo casi hirviendo. El respirar de un bebé. El beso sonoro que canta en la mejilla de la mujer que amas. El suspiro de una madre que espera. El rasgueo de una guitarra. El crepitar de un par de huevos fritos.
El sonido del amor cuando no hace ruido. Y el del amor cuando hace ruido.
Muchas veces he buscado, y he pedido, escuchar
ese sonido que nadie haya escuchado jamás. No lo he conseguido. O quizás sí, y no supe estar atento . Es posible que me haya hablado un ángel, o el mismísimo Dios. Tal vez ella me susurró al oído la frase que quedó perdida en una esquina del alma, y se ha quedado manueleando por allí dentro.
ese sonido que nadie haya escuchado jamás. No lo he conseguido. O quizás sí, y no supe estar atento . Es posible que me haya hablado un ángel, o el mismísimo Dios. Tal vez ella me susurró al oído la frase que quedó perdida en una esquina del alma, y se ha quedado manueleando por allí dentro.
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ESPACIO RADICAL LIBRE: ¡MÍO!
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