Los prejuicios son gafas de sol que hacen que no veas la vida del color que tiene . El problema es que pienses que si le quitas las gafas de sol de sopetón crees que verá los colores tal y como son...y no: la luz del día te ciega , y te obliga a cerrarlos.
No es esa la solución contra los prejuicios.
Desde el paleolítico la humanidad se divide en dos: unos que descubren esa nueva luz en todas partes, la incorporan a su espíritu y la proyectan sobre los demás.
Otros que lo ven siempre todo con gafas oscuras y trasmiten su propia oscuridad alrededor e incluso en pleno agosto, con todas las chicharras hirviendo, no son capaces de mirar sin las ahumadas.
Esta dicotomía del alma puede aplicarse a cualquier tipo de personas, en el espeso caldo humano que uno se ve obligado a navegar en esta vida. Te recomiendo que incorpores la naturaleza a la vida y que te alegres al saber que el sol irá mordiendo la oscuridad, despertará inevitablemente la savia en los troncos de los árboles y ese acontecimiento te dará vida, y vida alegre.
Cuando Jesús dijo "Yo soy la luz del mundo" estaba diciendo muchas cosa. Pero esa luz no necesita de unas rayban.
En este tiempo de disciplinantes aciagos, para salvarse hay que elegir entre aquellos que al ver unas flores siempre piensan en un féretro y los que viendo esas mismas flores piensan en un amor.
Para salvarse, no hay que irse a seguro cuando llueve fuerte...hay que bailar debajo de la tormenta.
Para salvarse, no hay que irse a seguro cuando llueve fuerte...hay que bailar debajo de la tormenta.
Para vivir hay que demostrar primero que uno no está muerto por dentro.
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ESPACIO RADICAL LIBRE: MILAGROS
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