Desde muy pequeño tengo una devoción muy arraigada por la Virgen. He ido miles de veces en mi vida a visitarla al Pilar , y en momentos muy duros, cuando parecía que todo yo se iba por el sumidero, me acercaba a ella todos los días, me abrazaba a la balaustrada delante de la capilla y le pedía "sácame de ésta!".
Y no hay día que no hable con ella. No le pido nada, la verdad.
Mi padre buscó de una manera obsesiva ver a nuestra Señora. Fue a Garabandal, a Ladeira, en Portugal , al Palmar, perteneció y organizó cenáculos de oración con gente muy extraña, auténticos zumbados, que escuchaban mensajes grabados de videntes, coros de ángeles que cantaban, o invitaban a personajes que narraban hechos apocalípticos y mensajes estremecedores de la Virgen.
Aquello fue un viaje al desvarío. Ignoro como salió ese hombre de ese laberinto de sensibilidades enfermas...aunque el precio familiar que se pagó fue alto.
A mi no me interesaba esa Virgen. Nunca he sentido la necesidad de "verla". En el mes de mayo , en el colegio,recuerdo ir cantando en dos filas por el pasillo a la capillla con el hermano Babil y ahora, mientras escribo, siento muy bien con qué intensidad olían las flores. Y esa Inmaculada miraba sonriente al niño que era y ese aroma de las rosas era más fuerte que un eje de diamante, Y cantaba a pecho descosido el venid y vamos todos...
Esa es mi devoción a María.Le he cantado, le he piropeado, le he llorado, En mi alma me dejaron las flores a María ese perfume que no puedo separar de mi infancia.
Me hablan de Medujorne . Me da miedo esa gente que mezcla , que necesita tocar, ver, sentir.
Dichosos los que sin ver han creído!
Venid y vamos todos, con flores a María, con flores a porfía, que Madre nuestra es.
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Eso cantábamos en mayo en nuestro colegio, mientras depositábamos el ramito de flores que a su vez nuestras madres nos habían preparado.
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La cuestión es que por aquellas fechas pertenecía al grupo de los empollones del cole. Perfectamente integrado en el sistema, mis paredes se llenaban de menciones honoríficas y cuadros de honor.
El grupo de los golfos me la tenía jurada. A la hora de jugar al fútbol, uno de los alicientes era hacerme morder el polvo del patio y meterme una patada en las espinillas.
A tomar viento el empollón ! Era su forma de protestar contra el sistema, y yo la estatua de los zares que los bolcheviques derribaban entre gritos de gloria.
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Mi relación con ellos era tensa, muy tensa.
Pero en mayo, la Revolución Rusa se tomaba una tregua. A la hora de cantarle a la Virgen, todos competíamos para ver quien cantaba con más energía. Todos juntos, empollones, los deportistas y los golfos, unidos por una pasión común y sincera.
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Fue la primera vez que el grupo de bolcheviques me aceptó. Le eché un par y me senté con ellos en el mismo banco de la capilla.
Y allí, delante de Nuestra Madre, se firmó La Paz.
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Por la tarde, jugando al fútbol me hicieron dos faltas. Pero ya nunca me volvieron a cocear las espinillas.
Nuestra Madre había puesto Paz entre sus hijos.
Y por lo que recuerdo, lo hizo de la forma más natural.
Como sólo una Madre sabe hacer.
Lo de Medjugorje ya veremos en qué queda... Efectivamente, yo también recelo de esta gente que necesita ver y tocar... "porque habéis visto creéis? Dichosos los que creen sin haber visto."
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