martes, 4 de junio de 2019

EL CRIADOR DE LOROS

Era un hombre que se dedicaba a la cría de loros.  Pero no cualquier clase de loro.

Los suyos estaban adiestrados  en la aristocracia del amor en el mundo: eran delicados, de una cortesía y afabilidad  encantadoras. Tenían en común una virtud alegre y sencilla, un carácter, talento y esa posición que se nota en los que tienen mundo.

También estaban adiestrados en  los más profundos  comportamientos de la ascética y la mística.  ¡ Era de admirar qué  unción ponían las cotorras a la hora de tratar de las cosas santas!

Cuando los loros crecieron sabían escuchar con atención espiritual, podían citar todo tipo de escrituras, aconsejaban piadosos   cosas sorprendentes y hasta podían cantar en armonía todo tipo de sinfonías.

Un día desgraciadamente el hombre murió.  Los psitácidas se quedaron solos. Los familiares al llegar los vieron en la jaula y decidieron que sería mejor soltarlos.

Y  así lo hicieron, pero aquellos loros no habían aprendido a volar. Los dejaron en un árbol al lado de la ventana .

Los pobres loritos  empezaron amirar al alrededor.  Era una experiencia nueva, para su sorpresa vieron a otro loro posado en una rama mas alta y comenzaron a hablar con él.

El nuevo loro estaba realmente muy,  pero que muy emocionado.  Nunca había visto ni oído nada igual. La impresión era de aúpa.

Pero por el rabillo del ojo vio que un gato se había fijado en ellos y comenzaba a subir sigilosamente  por el árbol.  Les dijo a los otros tres: ¿sabéis volar?

-  Por supuesto . Sabemos todo sobre volar; se crean altas presionen el inferior del ala y altas presiones en la parte superior del ala y así se puede volar.

-  No, no estoy preguntando  por la fòrmula,  lo que os pregunto es que si sabéis realmente volar.

- Sabemos muchísimo, muchísimo: sabemos formulas increíbles, conocemos sinfonías, sabemos muchísimo, claro que por una cosa que no sepamos no habrá ningún problema.

Pero cuando el loro vio que el gato se acercaba abrió las alas y comenzó a volar y les dijo: ¡¡¡ mucha suerte, la vais a necesitar  !!!

Segundos después  un barullo de  plumas y de graznidos desconcertantes y desconcertados  se escucharon en el árbol.





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