Tengo obsesión por los Miradores. Durante estos años he ido haciendo muchas rutas con el fin de asomarme a un balcón, a una terraza, a un trampolín aéreo donde el alma parece querer escapar, murciélaga y alada.
Podría citar los cinco suspendidos por el Penedés , ¡ qué bien se entiende eso de la Toscana de Cataluña !. O las ermitas y santuarios como Cabrera, el Mont. O Tavertet, o el Salt de Sallent.
De todas me quedo con la cima del Mondoto en Añisclo, y la Faja de las flores, en Carriata.
Imagina que asciendes a una terraza, con unas vistas aéreas hasta el infinito vegetal, y te abocas al verde de Ordesa y al azul del cielo. Y una mano maternal extiende un mantel de Edelweis, y unas cascadas espumosas , blancas y sonoras, ponen banda sonora a esa Catedral de roca y musgo.
Y te dicen! " siéntate y contempla en silencio ".
Y escuchas las aves, el arroyo cantarín, la brisa, la caricia del sol, el mugido de una vaca, las mariposas revoloteando sin estarse quietas.
En cualquier mirador se escucha el consejo de la Naturaleza " déjate de prisas, no corras, que la vida es demasiado corta como para ir desbocado. Piensa que siempre hay un más allá que no conseguirás nunca".
Toda esta maravilla es gratis total. Tendríamos que levantarnos, aplaudir, t gritar "¡¡¡ AUTOR, AUTOR!!!".
Pero ante este espectáculo se impone callar y dar gracias. Este espíritu contemplativo delante de estos paisajes y de las cosas que no tienen amo sólo se le debe agradecimiento.
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