viernes, 28 de junio de 2019

MIRADORES.

Tengo obsesión por los Miradores.  Durante estos años he ido haciendo muchas rutas con el fin de asomarme a un balcón, a una terraza, a un trampolín aéreo donde el alma parece querer escapar, murciélaga y alada. 

Podría citar los cinco suspendidos por el Penedés  , ¡ qué bien se entiende eso de la  Toscana de Cataluña !. O las ermitas y santuarios  como Cabrera, el Mont. O  Tavertet,  o el Salt de  Sallent.

De todas me quedo con la cima  del Mondoto en Añisclo, y la Faja de las flores, en Carriata.

Imagina que asciendes a una terraza, con unas vistas aéreas hasta el infinito vegetal, y te abocas al verde  de Ordesa y al azul del cielo. Y una mano maternal extiende  un mantel de Edelweis, y unas cascadas espumosas , blancas y sonoras, ponen banda sonora a esa Catedral de roca y musgo. 

Y te dicen! " siéntate y contempla en silencio ".

Y escuchas las aves, el arroyo cantarín, la brisa, la caricia del sol,  el mugido de una vaca, las mariposas revoloteando  sin estarse quietas.

En cualquier mirador se escucha el consejo de la Naturaleza " déjate de prisas, no corras, que la vida es demasiado corta como para ir desbocado.  Piensa que siempre hay un más allá que no conseguirás nunca".

Toda esta maravilla es gratis total.  Tendríamos que levantarnos, aplaudir, t gritar "¡¡¡ AUTOR, AUTOR!!!".

Pero ante este espectáculo se impone callar y dar gracias.  Este espíritu contemplativo delante de  estos paisajes  y de las cosas que no tienen amo sólo se le debe agradecimiento. 



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