martes, 18 de junio de 2019

EL VIEJO Y EL MAR

No había  leído "El  viejo y el  mar"  y me  ha  parecido  de  lo mejor.

Una metáfora de  nosotros mismos. Un pez gordo puedes ser tú  , yo, cualquiera.

Cuando un ejemplar llega a pesar media tonelada, muerde el anzuelo o se le clava   el arpón, comienza una dura batalla en proporción con el tamaño de la presa. Ya estás herido de muerte, es sólo cuestión de  tiempo. Puedes pensar que  estás libre , o  tan sólo herido,  pero en tu viaje hacia el fondo del abismo le acompaña el sedal. 

Te refugiarás en un pecio en el fondo del mar, lejos de la superficie, pero sientes de pronto en las agallas una quemadura que  te arde. Alguien tira de ella con fuerza  allá arriba . Estás  unido de forma dramática  a ese  pescador  que te reclama desde un barco , un  atunero,o un palangrero  , compruebas enseguida la duda en la que te mueves : o  resistes, y eso  significa hacer más honda tu herida, o nadas a favor de la corriente, lo  que  supone acelerar igualmente un final aciago. 

Hagas lo que hagas estás perdido. Cualquier movimiento que realice siempre será aprovechado por el enemigo. Como en la película Tiburón, atado a la silla de combate, el pescador de altura calcula tu energía . Va largando o cobrando hilo según el rigor de cada embestida, y toda su labor consiste en que no rompas el aparejo debido a la furia o al terror. 

Hay que esperar a que  te agotes . Después de un tiempo sacarás la aleta caudal entre el oleaje, y desde popa se te verá dar saltos espumosos y soleados con gran violencia hasta caer rendido.

Entonces serás izado a bordo con un garfio y después serás llevado a la lonja. 

Aunque también puede suceder que seas un pez tan salvaje que  te lleve de un tirón por delante  todo el tinglado , como en Tiburón, y te zampes al  hijo de puta del pescador.

O que  te mueras  en el fondo del pecio  donde te habías refugiado, siendo allí devorado por compañeros de su especie, de modo que a la superficie sólo llegue ya la raspa. 

Leyendo  El viejo y el mar  me  acordé de mi,también he    sido pescado , y de unos cuantos  que cualquier día de estos aparecerán  con la tripa blanca a flor de agua  en medio del mar de la vida.

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