domingo, 9 de junio de 2019

EL MENTIROSO COMPULSIVO.

No mentirás”. Así, tal cual, sin anestesia y a bocajarro es lo que dice el octavo mandamiento. Ese que los humanos solemos ignorar por incómodo y porque no se lleva demasiado bien con nuestra naturaleza caída. 

Uno ha mentido mucho.  Muchísimo. Fumar a los 8 años te obliga a sisar  para comprar tabaco  y de allí  viene otra y otra. 

Cuando murió Manuela decidí  , y de un modo muy claro, no mentir jamás.  Y lo estoy cumpliendo. 

Mentimos a otros para tratar de ocultar lo que no nos gusta de nosotros y eso que hacemos pero nos avergüenza. 

Engañamos para tratar de retener a alguien. Absurdo, ¡ con lo hermosa que es la verdad!

No sé si nos falta de valor o nos sobra ego, necesitamos gustar o nos asustan los cambios pero damos esquinazo al octavo. continuamente.

La mentira nos sirve como justificación o maquillaje mientras la usamos, y dura tan poco ese maquillaje. 

Al final el verbo mentir es reflexivo.   Vivimos con la mentira como una extensión de uno mismo. 

La mentira tiene las patas cortas pero la inventiva muy larga. Nos hace ir por la vida con los dedos cruzados a la espalda y creyéndonos únicos y más sagaces que los demás. 

¡ Qué lástima ser así!

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