martes, 7 de enero de 2020

EL MERCADO DE PADRÓN.

Este domingo fui al mercado de Padrón .Padrón forma parte del Camino de Santiago portugués.

Como casi todos los caminos jacobeos, la ruta original del  Camino Portugués aprovechó el trazado de antiguas calzadas romanas que persistieron tras las invasiones visigodas y suevas. Hay  restos de una de ellas poco antes de Porto, donde se pisan  varios tramos empedrados que corresponden a la calzada XVI del Itinerario Antonino, que unía Lissipona (la actual Lisboa) con Bracara Augusta (la actual Braga); después, entre Ponte de Lima y Padrón, nuestra ruta coincidirá con la calzada XIX que unía Braga con Asturica Augusta (la actual Astorga), pasando por Lucus Augusti (Lugo).

En el trazado de esta calzada romana a veces también se vislumbra con toda nitidez  cultivos de entonces. Los agricultores  faenan sobre esta alineación geométrica de tierra fértil  que aún contiene mojones de basalto y plintos sin estatuas, residuos de algunas aras votivas, y que estas piedras  fueron holladas un día por las sandalias de Aníbal, de César y de Trajano.

Hoy este mercado de Padrón es tal vez el más grande de Galicia. 

Aquí e vende de todo, textil, marino, agrícola, o vitícola, y es un cruce de razas , gitanos portugueses, africanos, gallegos , y en días como éste, de una luz maravillosa , uno  intuye   que todos los alimentos que compras , después,  establecen un diálogo con el cerebro mientras son masticados lentamente, y ellos en ese momento te llevan a oscuras profundidades, a lejanas regiones. 

Cuando tomas  una naranja que ha crecido  por la  Brácara  Augusta pienso, sentado al sol en una plaza , que así en verdad se aprende la hístoria de Roma. Por esas losas han pasado los elefantes camino de los Alpes y también las cuádrigas de los centuriones buscando Cartago. Por esta vía  han caminado santos, y ahora todas aquellas pasiones han quedado a merced de algunos hombres buenos  y mañana  brillarán en algunas cajas de la lonja. Han hecho su  corteza amarilla esforzándose entre los plintos de la antigua calzada romana y no hay que pagar un precio especial por ellos. 

Sólo se requiere desearlos un poco.




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