jueves, 23 de enero de 2020

INSOMMNIO.

Movido por el insomnio salí a dar un paseo a las tres de la madrugada. Fui deambulando por la finca, en Casa Sueiro.  No había a esa hora un solo superviviente en la aldea de Teaño. Iba absorto pensando en las cosas de la vida, mientras , inadvertidamente, me dirigí  al antiguo cuberto donde hace años se guardaban los aperos y las cosas del campo y de la casa. Allí aún quedan restos de cubas viejas, jaulas de conejos , antiguas bicicletas de niños , capazos...todo aquello levantaba una sombra aguda en cada esquina. 

Arriba estaban las frías estrellas de enero; abajo todo el mundo dormía, incluso los lobos. De repente en medio de la soledad oí el trino de un pájaro que me dejó maravillado. No entiendo de pájaros. En la oscuridad aquella melodía bajaba al oscuro del jardín desde el cielo después de ir de acá para allá  con sus notas de cristal por  los muros grises, las ventanas cerradas, las puertas herméticas de la finca.

La escuché inmóvil e insomne. ¿Qué pájaro sería capaz de cantar de esa forma en una  fría y alambicada  noche de invierno? 

Con la imaginación abierta a la noche  recordé  a mi padre. ¡ Cómo le hubiese gustado conocer esta casa y su gente! Y se lo dije " papá,en Casa Sueiro hubieses estado tan a gusto".

A la mañana siguiente pensé  que aquel pájaro  podría tratarse del espíritu de mi padre que venía a darme una señal. No sé. Tal vez son ensoñaciones mías.  Varias noches anduve  por la finca   bajo la niebla y la helada, pero el milagro no se repitió. Tampoco se han repetido otros. He tenido unos cuantos. No importa. Sé mi gente  anda muy cerca.

Con el tiempo volveré a ser el de siempre, y me  sorprenderé  a mí mismo pensando otra vez en las cosas de la vida, en si será en junio el plazo de mi jubilación, en ese dolor que tengo en la espalda, en el rostro de personas lejanas...y en esos pajarillos misteriosos que se me aparecen de vez en cuando y me recuerdan la gente que amé.


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