lunes, 27 de enero de 2020

NO HAY NADA QUE COMPRENDER.

La vida es lo que parece ser, y no le des más vueltas. No hay nada que comprender. Otra cosa es que te hayan educado para que te compliques la vida buscando sentidos absurdos. El único sentido es no tener sentido. Allí se encuentra ese misterio que buscas, en que no hay misterio.

Todos subimos un Everest por una de sus caras. Está la cara norte, la sur, una más fácil, otra más rápida, la peligrosa...da igual: cada uno asciende la que prefiere, o la que le dieron a conocer.

Mientras ascendemos resulta absurdo preguntarse cuál el es el verdadero camino. No hay verdadero camino. Pero en mitad  de esa ascensión todo el mundo te dirá que está en la Senda de la Verdad. ¡Se puede liar una muy gorda si en el Valle, al comenzar la ruta, nos ponemos a discutir sobre itinerarios!

Incluso hay quien sube improvisando caminos.

Sólo cuando ya estás cerca de la cima descubres a otros que alcanzan la cumbre, ya próxima, desde otras vertientes - porque la cumbre sólo es Una. Lo de menos es por donde ascendiste para llegar allí, y el tiempo , esfuerzos y sacrificios que te  costaron.

¡Ya estás arriba! : ¡ahora se entiende todo!. A esa cima de la espiritualidad han llegado algunos católicos, algunos budistas, algunos protestantes, ateos... y en la cumbre todos se parecen mucho.

Por esa razón no tiene sentido que te preocupes por las sendas de los demás, ya llegarán, o si la tuya es la mejor o no, que no importa nada.

Como tampoco tiene sentido que no quieras ascender, que te quedes ramoneando abajo la hierba, retozando, y te pierdas un paisaje que con sólo contemplarlo te hará comprender todo: que la vida , las personas y las cosas son lo que son, y que no hay nada que comprender.




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