jueves, 6 de agosto de 2020

MIS BUENAS AMIGAS.

A la gente eso de morir no le gusta. 

Lo callado que la gente  tiene a la muerte. 

Al morir Manuela lo que más me sulfuraba era ver a la peña  caminando como si nada: el tendero abriendo la tienda, la panadera con el pan, el maestro camino del colegio como cualquier día, la vida cotidiana de unos seres llenos de muerte que sin embargo fingían o callaban o no se detenían. 

Toda esa gente que por edad ya contaban con abuelos o padres fallecidos pero que lo llevaban en secreto, sin reflejarlo en el plomo cotidiano.

Y lo pasaba mal pensando que superaban el dolor de la ausencia  con el olvido, o habían domesticado a sus muertos con una fecha o aniversario, reduciéndolos a ese ramo de crisantemos que se les pone para que estén bien callados. 

Joder, la sociedad está montada para rematar a los muertos, para humillarlos después de irse, y pobre de ti si no participas en ese holocaust.

¡ Cuántas veces me han dicho que ya basta, que aburro, que ya es hora de superar lo de Manuela, o lo de mi padre, o Joaquín, o Joan, o Jaume después de tantos años, que tengo que despejarme y mirar hacia adelante. 

Pero, vamos a ver, ¿pensáis de verdad que no consigo superar la muerte de toda esa gente  siendo tan fácil hacerlo como me demostráis vosotros todos los días? 

¡Fui yo yo quien decidió no superar esas muertes, quien ha incorporado mis muertos a mi alma, a mi memoria  y mi vida diaria, para salvarlos y que no se me mueran nunca! Ese es mi  homenaje perenne a lo que me dieron y me siguen dando, pues no soy nada sin ellos! 

No soy yo el que se equivocó sino vosotros. Vosotros sois cómplices de la muerte y yo no; vosotros cometéis con vuestros muertos un segundo asesinato, el del olvido .

Vosotros banalizáis la existencia y os conformáis con ella y yo en cambio la agredo y la neurotizo y la lleno de  mis  monstruos más hermosos.









1 comentario:

  1. Umbrío por la pena, casi bruno
    porque la pena tizna cuando estalla...

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