viernes, 21 de agosto de 2020

HAY QUE ROMPER. CINEMA PARAÍSO.

Hace un año estaba  viendo en una pensión , durante el Camino de Santiago, "Cinema Paradiso".

No fue la historia la que me conmovió.  Ya la conocía. Fue el rostro del ciego y viejo Salvatore, intenso , triste, de una ternura  maravillosa aconsejando a Totó que se vaya de Giancalo, el pueblo...

“La vida no es como la has visto en el cine, la vida es más difícil. ¡Márchate! ¡Regresa a Roma! Eres joven, el mundo es tuyo, yo ya soy viejo, no quiero oírte más, sólo quiero oír hablar de ti.”.

Al ver ese rostro se desencadenó también en mi una de esas contradicciones que me han acompañado siempre.

Por un instante  comprendí que mis inquietudes,  mis añoranzas,  mis desequilibrios , mis melancolías, se debían a terminar como ese  Totó joven , de no  ser capaz de romper con  esa empresa a la que estaba atado, esas  costumbres de corral  en la que me sentía atrapado por la estrechez porcina  de un cultivador de bonsáis.

Y esa misma tarde tomé la decisión de abandonar,  antes o después , esa  vida.

Hoy, un año después, rompí.





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