Has llenando tu maleta con prejuicios que ciegan, daños que pesan, heridas a las que cuesta cicatrizar, zapatos con los cordones abiertos , aciertos de los que disfrutar, a veces puro churro, y otras con ganas de escapar corriendo.
Piensas que todo tiene remedio y mañana será otro día, buscas la felicidad en cosas, perdiendo un tiempo que no tiene precio, esperando ganar sin riesgos y creyendo tus mentiras.
Pides mucho y agradeces poco .
Así vas tirando hasta que la vida muestra su fragilidad, te recuerda lo poco que eres y en un momento todo se acaba.
Ese fundido a negro llega y la única verdad es que no se puede hacer nada.
Y entendemos que lo que no hemos dicho no se sabe.
Es entonces cuando caes en la cuenta que vivir no es dejar pasar el tiempo creyendo que estamos vivos.
Si son dos días, que sean con quien nos hace sentir vivos; si la vida es un vuelo, que sea libre y con nuestras propias alas; y si estamos de paso, que sea un baile con una gran banda sonora.
Lo vemos cuando le ocurre a otro, en el momento en el que casi perdemos a alguien querido y vemos a la muerte que asoma. Es entonces cuando lo sabemos, aunque suene obvio y manido, que lo único real es el aquí y el ahora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario