jueves, 2 de diciembre de 2021

LAS COSAS DEL AYER.

Ha costado darse cuenta que los ideales a los que uno entregó su vida  son los que después uno tiende a despreciar,  a mirarlos con cinismo,  incluso a odiar.


Que  las cosas que afirmo con mayor vehemencia son aquellas a las que más me he resistido y más he tardado en aceptar.


Hasta que descubres que  eres un interior  de pasillos largos, habitaciones vacías y soleadas, silencios en las estancias  interiores del piso de arriba, áticos explorados en solitario, ruidos distantes del goteo de las cisternas y el silbido del viento bajo los tilos. 


También ese pasado es el humus ,   el  fiemo que alimentó el árbol de mi biografía. 


Y eso está muy bien, a condición de no ponerlo encima de la mesa.






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