Wile E. Coyote and the Road Runner
/El Coyote y Correcaminos son parte de mi infancia y adolescencia.
Al Correcaminos no lo soporto, así
que pasopalabra.
El Coyote tiene todas mis
simpatías. Es el ejemplo a seguir por los perdedores del mundo. Su
creador Chuuck Jones afirmó que “El Coyote es mi realidad”. ¡Y
la de muchos!.
El Coyote es infatigable en su
lucha por cazar a ese pájaro que, digámoslo ya, es para comérselo,
por gilipollas. A pesar de sus numerosas e ingeniosas tentativas, el
Coyote no consigue nunca capturar o matar al Correcaminos. Muy al
contrario, todas sus elaboradas tácticas terminan por perjudicarlo a
él, convertido en la víctima de la exageradísima (e inocua)
violencia , comprando armamentos, trampas y herramientas de la marca
(ACME) para llevar a la boca al “bip bip!”.
Se gasta una pasta en material,
que le envían los de Acme en transportes carísimos...¿por qué no
se va aun buen restaurante y se pide un menú a base de esos
pajarracos?.
Muchas de sus trampas se vuelven
contra el pobre Coyote.
Sus
caídas en cañones infinitos, o sobre acantilados rocosos; viéndolo
caer desde las alturas antes de ver la clásica nube de polvo que
aparece cuando finalmente se estampa.
Normalmente
el problema es que está en el sitio equivocado...es atropellado por
un autobús, camión o tren, confundiendo su bocina con el "bip-bip"
del Correcaminos. O El coyote "entra" en un precipicio,
pero no cae al vacío hasta que mira hacia abajo y se da cuenta de
que no hay suelo que le sostenga. A mi esas escenas me encantaban por
la cara de pena y angustia que ponía, mirando al espectador
suspendido en el aire unos segundos...para precipitarse al inacabable
Cañón, empequeñeciéndose en la caída...hasta ver sólo una nube
de polvo al caer.
O
esa que el Coyote pinta una escena (un túnel en una pared, o un
dibujo de una carretera en frente de un buzón), que el Correcaminos
entonces utiliza como si de un túnel o carretera ya existiera. El
Coyote corre hacia el dibujo (viendo que el Correcaminos lo ha hecho)
y choca contra la pared.
Me
gusta esa sonrisa cuando pierde, ese cartel que saca no se sabe de
dónde y escribe “¡Help!”.
Los
que tenemos una biografía plagada de errores, de finales sin
terminar, de pilladas “in fraganti”, de mentiras con patitas
cortas, de desánimos por no alcanzar la meta, de vueltas a empezar ,
de “¡joder, vaya pifia!, de confundir el nombre de la novia por
otra, de falsificar una firma de un modo ridículo, de salir de
casa con la bragueta abierta...¡qué bien conocemos esa sonrisa de
pena de nuestro Coyote!
San
Coyote de los Barrancos, ¡ruega por nosotros!
Es que eres en buena parte, un "coyote".
ResponderEliminarYo en cambio, siento gran simpatía por el Correcaminos. Que gran tipo.
T.
Posiblemente en la tele que veíamos de niños había muchos coyotes y correcaminos ... es posible que abundara el maniqueismo, dentro y fuera de la tele. Vivimos una infancia posterior a una guerra civil que dividió España en coyotes y correcaminos ... y me parece que sigue la división, aunque tal vez con algunos papeles cambiados.
ResponderEliminarMe gusta la idea de aplicarse a uno mismo el papel de coyote ...en sentido distinto al que decía antes; posiblemente todos seamos bastante coyotes, pero nos cueste admitirlo. Nos educaron para correcaminos ....
No es coña. Yo puse de ejemplo de espíritu innovador a Willy Coyote en un Master reciente que hice en gestión de la innovación e incluso preparé un vídeo sobre ese asunto, y me dieron sobresaliente cum laude.
ResponderEliminarSI me dices donde te lo mando.
sustobaru@gmail.com
Eliminarallí me encuentras
El Coyote…
ResponderEliminarMe contaron (muchas veces y con versiones que cada vez eran más abracadabrantes) de un “santo” que abrió la puerta de un ascensor y entró… pero la caja no estaba en ese piso. Milagrosamente, quedó suspendido su ratito en el aire. Sin perder el temple, gracia, hermosura, donaire, gracia de dios y buen humor, se giró y salió del vacío por donde había entrado, sin despeinarse.
Y cuando me contaban esa anerlsdota tan milagrosa yo no podía evitar imaginármelo agitando las piernecicas y con sonrisa bobalicona, en plan coyote.
También me contaron que al bueno de Manolo Caballero (miembro del opus night, pintor artístico y con el encargo «ascensores») le echó el santo una bronca de aúpa (con perdigoncitos de saliva incluidos, claro).
Yo supongo que lo que realmente pasó es que alguien (siempre llevaba una escolta de palmeros) le abrió la puerta y falló el mecanismo de seguridad. Y entonces él, el “santo”, se cagó vivo al pensar que podía haber entrado y haberse hecho pupita. Digamos que se acojonó de lo que pudo pasar de haber pasado; lo mismo que en el episodio del barco J. J. Sister, o lo de «Burrito sarnoso»… Un pamplinas, vamos.
Hola Suso: te mando un link que no tiene pérdida. Un parlamentario europeo lúcido:
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=-fRYsLUjcUM
Fiiiiiiiiiiiiiiii !!
ResponderEliminarChack, chack, chack !
Tic, tac, tic, tac, tic, tac.
...
¡¡¡¡¡¡ BOOOOOOOOUMMMMMM !!!
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