En Can Vilumara,
una masía, ¿o qué era eso exactamente?...un algo de una decadencia
hortera , remilgada, anacrónica, vetusta, entre lo pretencioso y lo
snob, en medio de un hartazgo de cuadros, de una colección de
coches antiguos, perros de raza, caballos , habitaciones “del
obispo”, futbolines, masovers, y mayordomos con librea, había un
cuadro que siempre me llamó la atención.
Era un almendro
florido, y debajo se leía una leyenda: “Como el almendro florido
has de ser en los rigores, si un duro golpe recibes suelta una lluvia
de flores”.
Hoy
vi un almendro en flor. ¡Qué maravilla!. Allí estaba, solo,
dándole una pincelada de menta rosa a la mañana poligonera, que es
de las cosas menos poéticas que se puedan ver.
Es
lo que tienen los almendros, su incertidumbre. Nacen como al
descuido. Vas a ninguna parte y, ¡hala!, te sorprende, alado y
audaz, un florecimiento de una blancura inocente.
Impresiona
esta sencillez de un almendro en flor sobre la estúpida idiotez
gigantesca de un polígono en crisis. ¡Vaya contraste! , llega a
calidades y delicadezas indescriptibles, como un Van Gogh usado para
tapar la ventana rota de Rachel, la prostituta que se ganó su
oreja, y su amor.
¿Qué
pinta ese almendro allí?
Nadie lo sabe, es
un descuido de la naturaleza.
Una vez le preguntaron al mismisimo demonio, en pleno infierno, el motivo por el cual hay macetas con claveles en la puerta de su guarida.
ResponderEliminarAquel demonio juro y perjuro que no eran suyas, que algun condenado las habia dejado olvidadas alli, camino de su eterno destino en el fuego eterno.
Pero no, no cuela.
Hasta el mal, en estado puro, necesita un momento de paz.
Una flor, capaz de evitar el naufragio eterno.
Can Vilumara es la casa de la faraona, que asustaba un poco?
ResponderEliminarCan Vilumara era un sitio mítico, de adscritillos todos queríamos que nos tocara una convivencia de fin de semana allí para hacer 2 cosas: jugar al futbolín y los partidillos de fulbito nocturno ya que la pista tenía luz artificial.
ResponderEliminarLuego, de mayor te tocaba el curso de retiro de segundo año del centro de estudios, 5 días completos allí (del 18 al 24 de Diciembre contando entrada y salida) y ni futbolín, ni fulbito ni nada de nada.
Fdo. ex bético, ahora sevillista
La naturaleza muy raras veces se equivoca. Seguramente, lo equivocado era el polígono que, en su día, ocupó un lugar que no le pertenecía. En cada almendro, como en cada partícula de la naturaleza se manifiesta la lealtad de la naturaleza a sí misma, la mayor fuerza creadora que existe (Emerson).
ResponderEliminarCan Vilumara pertenecía a una familia muy importante de Catalunya. Nunca sepe por qué los propietarios de esa finca tenían tanto predicamento en el Betis. Y de sus hijos (alguno fue antiguo alumno del colegio sito en la avinguda Alcalde Barnils): ¿nunca más se supo?
ResponderEliminarBalleta
Eran los mismos que tenían la finca de Rocacorva, lugar entrañable de campamentos, convivencias, retiros, partidos de futbol y mil cosas más. Al parecer hubo desavenencias entre la directiva bética y los hijos y el lugar estuvo algunos años sin utilizarse ya que se cerró el grifo pero volvió a abrirse porque los susodichos hijos descubrieron que aquella finca cuesta un porrón de dinero mantenerla en condiciones. Se reabrió con todos los honores y las máximas autoridades.
ResponderEliminarhttp://4.bp.blogspot.com/-iJiaLM_vS08/UbrYYjOV02I/AAAAAAAAAHs/jWu7jbfweoc/s1600/verde.jpg
ResponderEliminarLa familia Totosaus en Comarruga.