domingo, 28 de septiembre de 2014

DOMINGO.

Madrugué.

Desayuné en Colás, un bar del pueblo.

Una rumana atendía a esas horas. Estaba sola. 

Espera su tercer hijo. Me habla de un milagro, pues llevaba el DIU  y, parece (yo no tengo ni  idea) es muy difícil quedarse embarazada con el artilugio. Pensó en abortar, pero decidió seguir adelante. Su marido y ella están toda la temporada de verano aquí, y los hijos en Rumanía.

"Será niña", dice radiante.

Es católica. Me cuenta que en Rumanía va a Misa los domingos.

Recuerda una confesión que hizo de adolescente. Se acusó de fumar, y el sacerdote le dijo: "eso no es pecado.De penitencia, sin embargo, fuma un cigarrillo y echas el humo en un pañuelo, y cuando termines, mira el pañuelo, y considera que así tienes los pulmones con cada cigarrillo".

- Le estoy tan agradecida, que me gustaría verle y pedirle su bendición, porque no he vuelto a fumar en mi vida.

"Pero conocí otro cura con el que confesé que había estado en la cama con mi novio. Mi marido y yo somos novios desde los 15 años, y a los 19 nos acostamos. Me sentí tratada como una  puta, sucia. Y ese hombre no era capaz de entender que yo le quería, y que eso no lo hacía con cualquiera".

Después, subí a andar por una senda maravillosa, en un bosque frondoso, con una luz gris, lloviznaba, hasta el embalse de Pineta.





Luego compré un cuaderno, y por la tarde comencé a escribir.

Tres horas tratando con Manuela, como si hablara con ella. Era una oración. Escribir me encauza la cabeza, le pone bridas a la imaginación, y tasca el bocado de la sensibilidad.

Me quedé muy tranquilo.

Fui a Misa. El cura era polaco, se llama Stanislav. Le pedí si podía ofrecer la Misa por Manuela. Así lo hizo y, encima, cantada. Empezó con  Manuela, en medio Manuela, y al final Manuela. Las viejillas, unas siete, se miraban entre ellas preguntándose quién era Manuela. Yo era el único hombre. 

Hoy le he contado a medio pueblo lo que me sucedió ayer con el jotero. La gente me miraba entre compadeciéndose de este loco, y conmovida por la anécdota.

Hasta mañana.

8 comentarios:

  1. LO QUE EN REALIDAD SIGNIFICA „HASTA SIEMPRE“, O CUANDO LAS DISTANCIAS INSALVABLES UNEN INDISOLUBLEMENTE

    Después de varios años de exilio y „desconexión“ voluntarios, ayer –fuera casualidad o no– leí las entradas de las últimas dos semanas.

    No hay unión más indisoluble que la que es sellada por una distancia insalvable.

    Te mando un fortísimo abrazo.

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  2. He estado en el santuario de la Virgen de la Fuensanta, patrona de Murcia, y, aunque no le he pedido al cura que ofreciera la misa por Manuela, a nivel personal sí lo he hecho (también por ti).
    Buenas noches y a descansar

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  3. Escribir te ayuda como a nosotros leerte.

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  4. No, no dejes de escribir. Por favor. Un abrazo enorme.

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  5. El confesor proyecta su propia espiritualidad en las palabras que dice al penitente. Es muy fácil aplicar cuatro normas, no es tan fácil meterte en la complejidad de una persona para ayudarla.
    Ayer oí a uno hablar de la importancia de la familia, el único marco en el que te quieren tal y como eres; en su familia sin embargo no existe ese amor incondicional que predica.
    Te vas a Bielsa y encuentras un cura polaco y una camerera rumana. Cómo cambian los tiempos.
    Un abrazo.

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  6. Gracias por seguir escribiendo.

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