sábado, 24 de enero de 2015

VISITA A LOS ENFERMOS.

Una mañana de visita a los enfermos de las aldeas.

Vamos guiados de un catequista , persona responsable de su zona, que conoce muy bien cada una de las familias.

La atención, el cuidado, y  la responsabilidad  de esta gente es admirable.

Nos atienden con delicadeza, no falta el detalle de invitarte a un café, la compañía discreta mientras el padre reza sus oraciones y atiende al enfermo, o la piedad  con la que acompañan los diferentes ritos.

Ser pobre aquí ocupa todo el tiempo, da igual si estás enfermo o no. Y esa pobreza es resignada. No se rebela ni ante su propia visión, tan degradante.

Hemos acompañado  a una de ellas a la doctora al pueblo, lleva semanas postrada y no termina de mejorar.

Llovía. No teníamos paraguas , así que compartimos la la lluvia, que es una buena manera de comenzar una relación con algo de buen humor.











10 comentarios:

  1. Buenas noches hoy.
    eres un todo terreno.....y es maravilloso lo q haces,ya se fue Xavier?
    se ve q hay mucha pobreza.......Como se hace xa combatir tanto?es un trabajo de titanes,,,,,,,, un abrazo desde alicante

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  2. Buenas noches Suso,, increible....que resignación.Estas personas son admirables.
    Como es posible que haya tanta, tantísima pobreza, tanto sufrimiento ...Pero ahí están, esperando a que la vida les dé una oportunidad.
    Un beso muyyy grande desde Cartagena...Tu otra cuñada.

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  3. Hola Suso, a Martín le ha hecho mucha gracia el cerdito. Hasta sus colores son llamativos. Un abrazo desde Pucela.

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  4. La verdad es que sí,los cerdos aquí son muy raros...y andan por todos los lados....¡hasta por las habitaciones!

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  5. Y aquí hubo una temporada en la que los cerdos estuvieron muy de moda, esos pequeños cerdos vietnamitas, mas negros que un tizón. La gente los regalaba a sus amigos (creo que el desencadenante de este fenómeno fue George Clooney). Un conocido mío se dedicó a criarlos, monto un pequeño negocio en su pueblo, que se vino abajo cuando la peste porcina.
    Este amigo no solo los criaba sino que los acicalaba, los ponía en unas cunitas muy monas, y los hacia llegar a su destino.
    Alguna loca llego a llamarle, emocionadisima, diciéndole, una vez recibido el regalo, que aquello había sido como... ¡Dar a luz!

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