Día de chicharras y calorinas.
El misterio del Camino, éste o cualquiera, es que tienes todo el tiempo. Andas sin pensar en nada. Horas y horas. Me recuerda los años de adolescencia con mi padre, cuando me obligaba a madrugar y subir todos los días una de las cimas del Valle de Pineta, Barrosa, o Tringoniero...no pensaba en nada. Andas como un animal, sudando, preso de tu condición esclava, obligado por tu padre.
Pero, de repente, viene un recuerdo, y lo rumias , lo masticas, lo vuelves a potar, y lo vuelves a rumiar...y descubres tus tonterías, tus errores, tus mentiras, tus cobardías, tus ausencias, tus verdades, tus miedos, lo que pudiste ser, y en qué te has quedado.
Es algo muy tranquilo, como el ritmo con el que andas. Pero cala, ¡y de qué modo!
Hoy descubrí que soy un desastre. Mucho corazón para tan poca cabeza.
Esa es una de mis mentiras. No he cortado con nadie. Toda esa gente de mi pasado, ¡toda!, sigue en el ahora, aunque estén lejos, aunque ya no estén. Por esa razón todos mis adioses son un hasta luego.
Y caí en la cuenta - no puedo decir de quién me acordé- que todos mis " ¡jamás!" , en realidad, han sido un "ojalá qué..."
Que cuando todas las relaciones que he mantenido se convirtieron en cenizas , soñaba con que escondieran la brasa de un rescoldo por soplar y que renacieran las llamas.
Que nunca he terminado por desprenderme de la gente que he querido, incluso las más nocivas. Incluso esas que ahora pienso "cómo pude hacer eso?".
Quisiera ser ciego para tener una buena excusa de mirar atrás.
Eso es el Camino.
Conocí a un tal Suso camino de algún sitio.
ResponderEliminarLlevaba las zapatillas más rodadas que los neumáticos del Papa Móvil.
Las perneras del pantalón parecía que se las acababa de morder una jauría de lobos hambrientos.
Se estaba echando una cabezadita en un banco, a la sombra de un nogal.
...
Llevaba menos equipaje que una ardilla.
Y parecía cansado y satisfecho.
Como si el viaje que hacía no tuviera ni estaciones ni paradas.
...
El tío guardaba muy bien el silencio.
Así que uno, que ya estå cansado de palabras, se sentó cerca y buscó la sombra compartida.
...
Yo creo que ambos hemos visto demasiadas películas del oeste, de esas que hablan menos que los cangrejos de río.
...
El sol se ponía, y el horno guestinjaus en el que el día se había convertido, nos dio un respiro de brisa.
...
No hablamos.
Dejamos que el sol se pusiera.
Y al final solo dijimos una frase, casi a la vez.
" Bueno, habrá que tomarse algo fresco".
Cerca había un bar de nombre muy curioso.
Bar Manolo.
Y allí se dirigieron ambos, después de haber compartido un agradable silencio humano.
Te la paso por el cariño que se ve que tienes al Barullo...PERO QUÉ PESAO ERES!!!
EliminarCompletamente de acuerdo !
ResponderEliminarBravo :-)))))
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