lunes, 17 de julio de 2017

CÁMINO DE MATILLA: TÁRREGA.

Día de chicharras y  calorinas. 

El  misterio del Camino, éste  o cualquiera, es que tienes  todo el tiempo. Andas  sin  pensar en nada. Horas y horas. Me  recuerda  los años de adolescencia  con mi padre, cuando  me  obligaba a madrugar  y subir todos  los  días  una de  las cimas del Valle de Pineta, Barrosa, o Tringoniero...no pensaba  en nada. Andas  como un animal, sudando, preso  de tu  condición esclava, obligado  por tu padre.

Pero, de repente, viene un  recuerdo, y lo  rumias , lo masticas, lo vuelves a potar, y lo vuelves a rumiar...y descubres  tus  tonterías, tus errores, tus mentiras, tus cobardías, tus  ausencias, tus verdades, tus miedos, lo que pudiste  ser, y  en qué  te has  quedado.

Es algo  muy  tranquilo, como el ritmo con el que andas. Pero  cala, ¡y de  qué modo!

Hoy descubrí  que  soy  un desastre.  Mucho corazón para tan poca cabeza. 

Esa es  una  de mis mentiras. No he cortado con nadie. Toda esa gente  de  mi pasado, ¡toda!, sigue en el ahora, aunque estén lejos, aunque ya  no estén. Por esa razón todos mis adioses son  un hasta luego.

Y caí en la cuenta -  no puedo  decir  de  quién me acordé-  que todos mis " ¡jamás!"   , en realidad, han sido  un "ojalá qué..."

Que  cuando  todas  las  relaciones  que  he mantenido  se  convirtieron en  cenizas , soñaba con que escondieran  la brasa de un rescoldo por soplar  y que  renacieran las llamas.

Que  nunca  he  terminado por  desprenderme  de la  gente  que  he  querido, incluso  las  más  nocivas. Incluso esas  que ahora  pienso  "cómo  pude hacer eso?".

Quisiera ser ciego para tener una buena excusa de mirar atrás.

Eso es el Camino.

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ESPACIO RADICAL: FOTOS

4 comentarios:

  1. Conocí a un tal Suso camino de algún sitio.
    Llevaba las zapatillas más rodadas que los neumáticos del Papa Móvil.
    Las perneras del pantalón parecía que se las acababa de morder una jauría de lobos hambrientos.
    Se estaba echando una cabezadita en un banco, a la sombra de un nogal.
    ...
    Llevaba menos equipaje que una ardilla.
    Y parecía cansado y satisfecho.
    Como si el viaje que hacía no tuviera ni estaciones ni paradas.
    ...
    El tío guardaba muy bien el silencio.
    Así que uno, que ya estå cansado de palabras, se sentó cerca y buscó la sombra compartida.
    ...
    Yo creo que ambos hemos visto demasiadas películas del oeste, de esas que hablan menos que los cangrejos de río.
    ...
    El sol se ponía, y el horno guestinjaus en el que el día se había convertido, nos dio un respiro de brisa.
    ...
    No hablamos.
    Dejamos que el sol se pusiera.
    Y al final solo dijimos una frase, casi a la vez.
    " Bueno, habrá que tomarse algo fresco".
    Cerca había un bar de nombre muy curioso.
    Bar Manolo.
    Y allí se dirigieron ambos, después de haber compartido un agradable silencio humano.

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    1. Te la paso por el cariño que se ve que tienes al Barullo...PERO QUÉ PESAO ERES!!!

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