lunes, 31 de julio de 2017

ATRAVESANDO EL INFIERNO

Ando. Estoy  conectado al  mundo a  través  del  móvil. 

Mucho dolor. Siempre el dolor.  La  última: testimonios de sicarios de los cárteles de Jalisco Nueva Generación  y Los Zetas dejan al descubierto cómo para sus ritos de iniciación y festividades el consumo de carne humana es una práctica común.

Por separado, sicarios de estos cárteles relataron cómo después de cortar a sus víctimas en pedazos, en algunos casos en lugar de quemar los cuerpos o arrojarlos a fosas clandestinas, las guardan para preparar alimentos típicos mexicanos.

No  hay  que  ir a  México  para  sentir  el  horror. "Sea cual sea la persona a la que mires, que sepas que ya ha atravesado el infierno varias veces".  La  frase  es de  Christian  Bobin. Me  cruzo  con  miles de  personas. ¿Todos   hemos  atravesado el  infierno?. 

Cada  uno elegimos  nuestros fantasmas , nuestros  monstruos,  nuestros  miedos. Sin  embargo, nada está perdido si se tiene por fin el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo.

Ando, y recorriendo  tierras  gallegas me pregunto si existe el mal absoluto. Cualquier crimen tiene una explicación.  Presenta siempre una última veladura donde el asesino más abyecto refleja su aspecto humano. 

Incluso el fanático que para salvar no se  sabe  qué  cojones  de causa   hace saltar por los aires una guardería infantil lleva él mismo el cerebro lleno de terror: un deslumbramiento neurológico que podría ser considerado enfermedad típica de los hombres, y no de los tigres ni de las ratas. 

Me pregunto si el mal puede alguna vez tocar fondo y convertirse en un morbo que sólo se alimenta de sí mismo en plena oscuridad, donde ya no se vislumbra ningún vestigio humano. Dicen que esa  es  la  posible  interpretación ante  el último grito - "alarido" dicen algunas traducciones- de  Cristo en la Cruz. 

-  Y  dando un fuerte  grito , expiró.

Ese  grito  acoge  el dolor  incomprensible  de  las  madres  que abrazan  los cuerpos  descuartizados de  niños  que pasaban  por allí en un atentado , de  los  que lloran en cárceles inmundas   , de  los  inocentes abusados precisamente  por  su inocencia...el mal, el dolor. 

Si Cristo abrazó con un grito ese  misterio,  ¿  qué hacer?: a veces, el que soy  lo soy porque no sé  ser el que puedo  ser. 


Pero hay  que estar allí. Habrá un mal al que no podremos acostumbrarnos. Y habrá un bien que no podrán arrebatarnos nunca. Hemos  de engañarnos  y vivir como si estas dos proposiciones fuesen verdaderas. Para construir lo humano.




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ESPACIO RADICAL: CAMINO DE SANTIAGO: FOTOS.

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