Paseando por Barcelona encuentras muchos mendigos con un perro a sus pies. No son perro flautas. Están allí, en una acera de Plaza Cataluña, viendo pasar la vida. No se sabe quien tiene más porquería , y tampoco parece importar.
El indigente parece el resto de un naufragio abrazado a la tabla del chucho donde a pesar de todo aún les brilla la mirada viva como una brasa. En la India hay miserables que a sus perros les arrancan los ojos para que les guarden fidelidad.
Buena metáfora de algunos estilos de educación.
Un día que fui a Zaragoza visitar a mis padres vi un pordiosero que conocía. Había ido por Cuellar, un club Juvenil al que íbamos los dos . Estaba en el Paseo de la Independencia pidiendo limosna. Me dio mucha pena. Esta gente rara , que no entendemos las razones de abandonar el barco de su vida, esconden un exceso de sensibilidad: no han podido soportar el despecho de un amor, una herida familiar , o la vida, que cansa.
Lo que sí es cierto es que es gente viajada, con mucho mundo. Hablas con ellos y han estado aquí y allá . Y, exceptuando los idiotizados por el alcohol, no hay un menesteroso en la tierra que no sea elegante. Hablan muy bien . Y estos de Barcelona tienen su nivel: esquina Corte Inglés, ¡eso es una plaza!
Un profesor del IESE, también muy viajado , aunque menos que un vagabundo de Manhatan, me aconsejó: "si quieres saber cual es el mejor restaurante de una ciudad pregúntale a un mendigo. Es la mejor guía Michelín".
¿Con qué cara se pregunta a un baranda de estos por un restaurante de cinco tenedores?
- Saben muy bien lo que dicen- respondió- aunque ellos no entren nunca en los elegantes restaurantes por la puerta principal como los grandes del mundo , los conocen por la alta calidad de sus sobras y desperdicios. Hurgan a determinada hora en los cubos de basura de los callejones traseros junto con el pestilente rebufo de las cocinas, y allí escogen Ceviches de pescado, Carpacio de lomo, Cordero Libanés, Ensalada César, o Pimientos de piquillo rellenos de bacalao.
Pues, ya sabéis...es un consejo de un profesor que cobra una pasta por asesorar a multinacionales.
El otro día estaba pensando en esto de ser viajado o no cuando leí que Kant no había salido nunca de su pueblo, de Königsberg.
ResponderEliminarRespecto a los mendigos, yo haría como Sancho en sus ordenanzas de la isla Barataria. Instituyó la figura del alguacil de mendigos para comprobar que los que piden son realmente necesitados. Aquí en Barcelona hay mucha mafia, que la pobre de la puerta de mi Iglesia (Rosellón Muntaner) ya va por el tercer niño y estoy harto de ver a pobres hablando por el móvil.
Si no cobran pecadores por justos, aunque el que da nunca se equivoca.
Vaya profesor. Hay que ser hipocrita
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