miércoles, 13 de diciembre de 2017

EL ZAPATO DE CENICIENTA

Los rostros  que miro en la calle, en el tren , las fotografías que hago, son como el agua de una fuente. Acerco mi  cara a ellos para refrescarme. No existe ninguna diferencia entre la fotografía, la oración, la lectura y la escritura. 

Me bebo y me reflejo en este barullo.

Al salir de Ferrocarriles en Sarriá  ando al menos una vez caminos nuevos cada semana. Seguir, aunque sólo sea un día,media  hora distinta  que aquél que marca la rutina.

Paseo y descubro una mirada, un gesto, un  guiño que parece  el zapato que le faltaba al pie de Cenicienta. Y a partir de allí, ¡ a seguir buscando!

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