miércoles, 27 de diciembre de 2017

TRENES .

Me gustó la metáfora  que encierra  la película "Expreso de medianoche": ese tren sigue pasando junto a los muros de la cárcel que cada uno se ha fabricado y permite a cualquier hombre fugarse hacia un sueño. 

Viajo estos días en los Ferrocarriles Catalanes. Conocí hace muchos años esa misma línea con vagones de segunda mano comprados, decían en  la Chicago de Capone. Incluso había restos de balazos en algunos de ellos.

Sería una leyenda, pero  tenía su encanto. Me gustaba ese mismo tren cuando cruzaba la oscuridad  del atardecer con las ventanillas iluminadas antes de llegar a Sant Joan. Subías al vagón y observabas la silueta de una mujer enigmática dormida  y abandonada al traqueteo que le mecía. Parecía la única pasajera de un tren deshabitado. Ella despertaba   y también te miraba. 

Esa mujer es la pasión que puede llegarle a cualquiera inesperadamente desde el fondo de la noche.

 Leo un reportaje  del tren llamado La Bestia, que transporta carne humana hacinada desde el pozo de la miseria, a través de México  hasta Estados Unidos  cuyos pasajeros viajan en el techo , y son asaltados, extorsionados, violados y solo esperan llegar a cualquier frontera sin ser baleados.

Cada uno de aquellos trenes es hoy una metáfora de salvación del mundo ante  un horizonte tan incierto como terrible.

Estamos de viaje.  


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