lunes, 18 de diciembre de 2017

LO QUE SE PERDIÓ

Del elevado número de evangelios escritos en la Antigüedad, sólo cuatro fueron aceptados por la Iglesia y considerados canónicos. 

Sin  embargo, se escribieron  decenas de ellos , y se perdieron  muchos más. Imagino que muchos de los discípulos  que  conocieron a Jesús escribirían y narrarían esa  experiencia intensa y maravillosa. Es algo muy habitual. ¿Quién no ha escrito  unas páginas  después de  estar con una persona  que ha cambiado  tu  vida?.

Yo lo hice con Manuela. Y escribí  muchas cartas y cuadernos de personas que  se cruzaron en mi vida. Después de estar meses  cuidando de  Jaume escribí una memoria  de esas  fechas tan decisivas para mi. Las entregué a quien debía, y vete a saber qué hicieron de ella.

Imagino  las cabras  de Jerusalem, o de algún poblado de Asia Menor, o de Roma  devorando gran cantidad de papiros, que contenían profundas enseñanzas  de  esa  gente, o de otras, largos viajes, historias apasionantes. Habrá cartas de judíos de  aquel Sanedrín, o de centuriones que asistieron a los hechos  que narran los evangelios contados  desde su punto de vista.

En ignoradas vasijas se pudrieron muchos versos de canciones  que cantaban en sus  fiestas . Son innumerables los textos de autores clásicos que se han extraviado, y a ese destino se unen las palabras de los sabios pronunciadas bajo los pórticos que el viento disolvió. ¿Cómo  sería la voz de trueno Jesús  echando del templo a los mercaderes , de María, de Pablo, de Pilatos...?

Con toda  seguridad  existen aún en oscuras cavernas del desierto  pergaminos esperando todavía a un pastor deslumbrado, y en ellos tal vez están grabadas las reglas de una mística hoy desconocida. A veces  pienso que Satanás  , mientras esperaba  tentar a Jesús, en esos cuarenta días y cuarenta noches, escribiría  su plan  para preparar   la  caída del Redentor. Lucifer no tenía claro si Jesús era el Mesías. 

Desaparecieron también las mazmorras donde en legajos nunca leídos se guardan historias de amor. Escrituras no reveladas, voces secretas y documentos inexplorados  se pudren al otro lado de la memoria. El viento trae todavía por el seno de los barrancos, junto con el sonido de las chicharras, los gritos de los profetas que se perdieron. Profetas  que  no tienen nombre. 

Ha habido otros versos de  Lope de Vega , otras novelas de  Cervantes, otras partituras de Mozart , confundidos con el polvo. ¿Cuántos  asesinos anónimos alcanzaron los altares y los  veneramos

¿De cuántas  de las  historias  que no han llegado a nosotros  dependía  tu destino y el mío?



1 comentario:

  1. Esto me recuerda a Baudolino, de Umberto Eco :)

    Saludos,
    Tero

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