Una lección que no aprenderé:
Las relaciones entre amigos , o amantes, son muchas veces comerciales.
Se intercambian placeres, servicios, incluso cosas como la inteligencia, o la astucia, sin son vividas como algo que se "tiene". Lo mismo que se intercambian mercancías.
Allí nada es verdad, es la ley de la oferta y la demanda: el más rico se engríe, el más pobre se humilla y se prodiga, y cuando el intercambio deja de ser provechoso para una de las partes siempre se puede romper relaciones y que te den...
No la aprenderé porque tiendo a fiarme de las personas cuerpos humanos.
Hay quien piensa que la gente tiene la cara que se merece. Yo creo que no, eso es una gansada. Podría nombrar ahora unas cuantas personas con cara de buenas personas que son unos perfectos miserables, con las venas heladas, sin ninguna compasión por nadie.
Los sufro a diario.
Van a Misa , frecuentan los sacramentos, son piadosos, pero no tienen la cara que se merecen. Porque ...¿ qué rostro tiene la codicia?.
Esta gente equipara la felicidad con la compra de cosas, de voluntades débiles que engañar despertando la pena, y esperan que todo eso genere felicidad.
Son insaciables.Al no ser alcanzable el estado de felicidad estable, sólo la persecución de ese esos objetivos huidizos puede mantener felices a los corredores que la persiguen.
Para esta pobre gente la felicidad se ha convertido en un negocio muy rentable. Ahora bien, la búsqueda de la felicidad a través de los objetos, se convierte en todo lo contrario a la felicidad.
Orwell decía que a los cincuenta cada uno tiene la cara que se merece.
ResponderEliminarCuando oigo esta frase siempre me acuerdo de Nuria de Gispert (
https://www.google.es/search?q=nuria+de+gispert&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwiYgsqOqN_YAhVDVxQKHW0LBogQ_AUICygC&biw=1536&bih=759#imgrc=rdr_tqXOYjKUkM:
).
En todas las relaciones hay algo de egoísmo. Es inevitable.