lunes, 8 de enero de 2018

UN SENTIDO NUEVO.

Hay cosas, acontecimientos, palabras que oyes y que no te dicen nada. Pero en otra situación, esa misma palabra… ¡joder!, te cambia la vida. 

Paseo por  el barrio de  Sarriá , callejeo para llegar a la oficina , me pierdo  y, de repente sientes que estás en uno de los lugares más bonitos del mundo. 

Podrías estar en el País de las Maravillas y para ti sería lo mismo. Hasta que un día, por casualidad, porque se te cae algo al suelo, al incorporarte ves una estatua, un rincón , una fachada. Y te quedas maravillado. 

Esto es todavía más aplicable a las palabras. A los veinte años, a los treinta, a los cincuenta, puedes oír a quien sea diciéndote lo que sea, te da igual. Y, derrepenete, depronoto, descubres un sentido nuevo a la letra de una canción, es un hallazgo, como una luz nueva que le da brillo a todo.

Con el amor sucede algo parecido, si es de quilates. Parece que ya está todo dicho, todo visto, todo rutina y costumbre...¡y aparece un ángel! , ¡  alguien distinto, nuevo, imprevisible!

Mi padre era un sabio. Con frecuencia se extasiaba ante un paisaje, o un detalle nimio. Una mañana , durante una excursión me llamó la atención  sobre una mariquita. La puso en la palma de la mano y me hizo observar su belleza.

A mi aquello me parecía un coñazo. Yo sólo quería que aquel hombre me dejara en paz, y escapar de su sombra para echar un cigarro

Hoy veo una mariquita  sobre una brizna de hierba, y entiendo muy bien a mi padre: me siento parte de ese mundo maravilloso.



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