martes, 2 de enero de 2018

LA CULTURA INCOMPRENSIBLE

Dios creó al hombre.

Desobedeció  , y entro la cultura en el mundo . Dejamos  de ser inmortales, y nos dimos cuenta  de que íbamos desnudos.

Hamurabi  escribió leyes.  Otros reyes   lo vistieron. Altamira  lo hizo artista y  algún judío  lo compró. 

A través de esta ficción circula el dinero arrastrando a la belleza, y al final de semejante teatro uno queda confundido. Pero en medio  están los sabios  de la Historia despreciando las riquezas, las leyes, y   el arte  que decora  los palacios de los mecenas. 

Tal vez  Satán tuvo   la idea de crear  un  dios que  fue un modista de alta costura lleno de frivolidad. Todo esto te daré si postrado me adoras. Y el que manipuló con hondura el barro de Adán aún tierno fue realmente   un orfebre  luciferino . Tal vez el arte se mueve hoy con el poderoso instinto de un capricho de temporada a la manera de un mundo hecho a imagen y semejanza de Yves Sant Laurent . Sobre ese sustrato  de ese  mundo la fortuna de Rochild se  unió al espíritu que ha convertido la pintura en una pasión

¿Quién ha conseguido  esta transformación que hace de un  urinario una obra de arte carísima?. ¿ El propio artista o el omnipotente galerista que ungió a éste con su dedo como  Dios en la Sixtina al nuevo Adán?. ¿El amor del poeta enfebrecido   y loco  , el deseo del coleccionista,  o la codicia del especulador?.

Si mañana un magnate  que gobierna la bolsa del gusto  comprara  un cuadro de un pintor malo y desconocido, éste se convertiría en pocas semanas en un valor ensalzado por los críticos, en una mercancía maravillosa , excepcional.

No sabemos  quien es aún, pues  la última vanguardia no tiene precio. Está al caer. Consiste en ser raro, muy raro, diabólicamente raro  y exhibirse uno a sí mismo así de raro.

Después  pasas a  ser  normal, como Wharhol antes de ayer o Tapies ayer.

En un museo  la verdadera representación no está en las paredes, se realiza sobre las baldosas  de las salas. La pintura sólo despierta admiración si es muy cara. 

También tú debes hacerte raro, muy raro,  si quieres desatar pasiones venenosas. Ten cuidado, porque eso tiene un precio muy alto.

Pero si no crees más que en ti, da igual.
Resultado de imagen de urinario duchamp

2 comentarios:

  1. Un libro que me gustó mucho es El malestar en la cultura, de Freud. Malestar, como un traje que no nos entra bien y nos molesta continuamente, hace que movamos los hombros intentando ajustarlo sin conseguirlo (algo así como los compromisos navideños que nos hemos impuesto).
    Empieza así:
    "No podemos eludir la impresión de que el hombre suele aplicar cánones falsos en sus apreciaciones, pues mientras anhela para sí y admira en otros el poderío, el éxito y la riqueza, menosprecia en cambio los valores genuinos que la vida le ofrece".

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  2. Para mí la confusión comenzó en los ochenta, cuando se democratizó el concepto de Arte al dejar de definirse como un proceso de creación de Belleza (incluso la belleza escondida tras una aparente fealdad) para afirmar que no hace falta que sea creación ni que sea belleza sino que basta "provocar" una reacción. En decir, si yo llevo un perro a casa del señor artista y se caga en su salón y no le gusta, su reacción de asco me convierte en artista a mí también. Esto parece risible pero da lugar a situaciones tan trágicas como que se premiara a un alumno de Bellas Artes en Italia por comerse su propio fémur, o que Abel Azcona escribiese en el suelo la palabra "pederastia" con hostias consagradas y afirme que los sentimientos heridos de los cristianos forman parte de su "performance".
    Luego está la caterva de catetos de mi generación, que salvo en escasas excepciones no han estudiado Historia del Arte, ni frecuentan exposiciones ni tienen la más remota idea, así que aplauden fervorosamente a todo autoproclamado artista por miedo a ser descubiertos. Si a esto le sumamos la influencia del capitalismo, según el cual todo tiene el valor que se la da y nunca un valor intrínseco; y del socialismo, según el cual el Arte sólo sirve como canal de "denuncia", la perversión ya es completa.
    Morley

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