martes, 23 de enero de 2018

LO SÓRDIDO Y LO SAGRADO

La belleza llama a la fealdad del mismo modo que los campanarios atraen el rayo. 

Y el orden atrae al desorden como la luz a la sombra. La pureza reclama a la impureza como el trigo a la cizaña.

Esta lección la sabemos por Jesucristo: el trigo y la cizaña crecen juntos y hay que esperar al final para separar uno de otra.

Observas la construcción de un museo hortera y de una horrorosa arquitectura a las orillas de un río que guarda las mejores luces del día. O el municipio que transforma un maravilloso convento en un hotel de cuatro estrellas. Todo  obedece , sin saberlo, a una misma pulsión.

Voy a un taller a revisar el coche. Destaca en la recepción la música de fondo de un canal de música clásica. Un administrativa atienden a los clientes. Una vez rellenado el parte del servicio, me ofrece una copia del mismo y me pide que lo entregue al jefe del taller, que está en el despacho adjunto.

Cuando salgo de la oficina anuncia un locutor por la emisora un quinteto para clarinete de Mozart. ¡Maravilloso!

Entro en el despacho del jefe del taller y me recibe, además de la fantástica melodía de Mozart, un póster gigantesco de una tía en pelotas, con el chíchi's al viento conejo, una cara que no deja duda alguna sobre su furciez , una tetas de un Nivea obsceno.Y, sobre todo  ese puzle,  un culo sólido prodigiosamente concentrado de pelusa ,como  un melocotón perfecto.

Ya veis, el trigo y la cizaña.

Mientras el notas me cita para la revisión, observo en la pared un calendario de una Virgen  del   Carmen de esas con cara de comerse corazones partidos de pecadores, con los ojos muy abiertos, y como que se ha metido un tirito, me mira piadosa

Otra vez la misma historia de siempre: los verdaderos filisteos no son una gente incapaz de reconocer la belleza. ¡Claro que la reconocen y muy bien!. La detectan al instante, y con un olfato tan infalible como el del artista más refinado, pero es para poder caer inmediatamente sobre ella con el fin de ahogarla.

Eso es Tele 5, por ejemplo, y sus programaciones apelando a lo peor de nuestra especie.

La necesidad de rebajarlo todo a nuestro miserable nivel, de mancillar, burlarse y degradar todo cuanto nos domina por su esplendor es probablemente uno de los rasgos más desesperanzadores de nosotros, los putos humanos.



2 comentarios:

  1. Eres como Baudelaire. La belleza hay que saber distinguirla. El universo no será tan horrible y los instantes serán menos pesados.

    Pero ¿qué hacemos con los feos?

    ResponderEliminar
  2. Qué buena entrada... Besos! Morley

    ResponderEliminar