Hace unos días tuve necesidad de confesarme. Hacía muchos años que no lo hacía.
He ido de acá para allá, lejos de la práctica religiosa.
El cura no es un cura ejemplar. Y esa razón fue , precisamente, la que me animó a hacerlo con él.
Es curioso. De lo primero que me arrepentí fue de algo que no consigo olvidar. Que no consigo perdonarme.
Hace años me afectó mucho escuchar por radio una entrevista a Francisco Luzón.
Este hombre lo fue todo en el mundo de la Banca. Su relación con Emilio Botín era de una confianza máxima. Escuchándole uno recuerda la sentencia "no hagas de una persona un Dios, porque un día no le perdonarás que no lo sea". Hizo de Botín un Dios.
Hoy Luzón es famoso por padecer de ELA, y por la lucha, ejemplar, por dar a conocer esta enfermedad y avanzar en su tratamiento. Hoy no tiene cura.
Todo comenzó, así lo explica con todo detalle, en la mala pronunciación la tarde de fútbol con su hija y el episodio de la cena familiar veraniega fueron las señales visibles.
Con Manuela esos primeros síntomas fueron iguales.
Pero Luzón cree que el proceso comenzó antes. "Cuando Emilio Botín me llevó al límite en noviembre de 2011 y yo me negué a aceptar su propuesta para seguir siendo yo mismo. Se rompieron algunas de mis neuronas. Aquella mañana mi boca se quedó sin saliva. Al levantarme de la silla, tras la dura conversación que mantuvimos cara a cara, me rompí. Ya no respiré igual. Allí empezó todo".
El episodio al que hace referencia es su salida del banco Santander, que no sucedió tal y como Luzón había planeado. Lo relata con mucho detalle en el libro, pero el resumen es que "aquella conversación fue la gota que colmó el vaso: demasiado sacrificio, demasiado empeño durante 60 años. Ese día mi cuerpo se rompió. Mi alma se entristeció. Y comenzó el apagón. No fue repentino, pero ahí arrancó la desconexión".
Él creía que Botín, su jefe, con el que tenía una amistad y buena sintonía, respetaría el "pacto de caballeros" que habían acordado. Pero no fue así. "¿Cómo no romperme? ¿Cómo no iban a apagarse mis neuronas? ¿Cómo gestionar el dolor? Sólo 20 meses después empezó la mala pronunciación" - se lee en su libro.
Francisco ha preguntado a cuatro neurólogos si lo sufrido entonces pudo desencadenar la Esclerosis Lateral Amiotrófica. La respuesta es la misma en todos los casos: "Mira Paco, no está demostrado científicamente. Pero en muchos casos la ELA empieza a manifestarse cuando la persona tiene una vivencia dramática fuerte".
Esa entrevista, y ese libro, me acompaña desde entonces.
Y en esta confesión fue lo primero que hablé y de lo que pedí perdón. Pobre cura, ¡ rompí a llorar!
Un año antes de manifestarse la enfermedad en Manuela, también hubo un episodio dramático, muy fuerte para ella. Le fui infiel. Me pilló. Aquello fue un desastre. ¡ Me quería tanto esa mujer!
Ella que vivía para mi, que gustaba ponerme contra la pared por sorpresa y decirme " ¿ tú sabes lo muchísimo que te quiero?...que sueño cuando estás de viaje que soy la única mujer de tu vida?".
Me perdonó. Y seguimos adelante. Y, aunque algo intuía de la relación causa efecto de todo ese proceso en el ELA, este testimonio no ha hizo más que confirmar mis sospechas.
Y ahora, ¡ Dios!", sé que me perdonas pero, coño, ¿ cómo se cura esta herida?, ¿ cómo me absuelvo ?
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Es jodido, sí. Yo también buceo en el sentimiento de culpa y se me desgarra el alma. Pero hay que seguir viviendo sin martirizarse; y no repetir lo que a la postre nos martiriza. Qué cagada la mía; y la tuya; ¿y la de quién no? Consuelo de tonto, pero todos la jodemos alguna vez.
ResponderEliminarA estas alturas ya hemos hecho mucho daño. Mucho mucho y muchas veces irreparable. Me he arrepentido, he llorado, lo he sentido, me he confesado y de tanto en tanto la culpa vuelve y pierdo la paz. Yo sé que dios me ha perdonado lo malo es que yo no me perdono. Pero me obligo a vivir con paz. Y subrayo que me obligo pues lo confesado confesado está. Tengo la esperanza del perdón divino. No puedo hacer más. Entonces me abandono y confío. Es mi única salida
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