domingo, 8 de noviembre de 2020

¿ CÓMO SE ABSUELVE UNO DE ESTO?

Hace unos días tuve necesidad de confesarme. Hacía muchos años que no lo hacía. 


He ido de acá para allá, lejos de la práctica religiosa. 


El cura no es un cura ejemplar.  Y esa razón fue , precisamente, la que me animó a hacerlo con él. 


Es curioso. De lo primero que me arrepentí fue de algo que no consigo olvidar. Que no consigo perdonarme.


Hace años me  afectó  mucho  escuchar  por  radio una  entrevista  a  Francisco Luzón.

Este  hombre  lo  fue todo en el  mundo de  la Banca.  Su  relación  con  Emilio Botín  era   de una confianza  máxima.  Escuchándole  uno  recuerda la sentencia "no hagas  de  una  persona  un  Dios, porque  un día  no  le perdonarás  que  no  lo sea". Hizo de  Botín  un  Dios.

Hoy  Luzón  es  famoso  por  padecer  de  ELA, y por   la lucha, ejemplar,  por  dar a  conocer esta enfermedad  y  avanzar  en su  tratamiento. Hoy  no tiene cura.

Todo  comenzó, así  lo  explica con todo detalle,  en la mala pronunciación la tarde de fútbol con su hija y el episodio de la cena familiar veraniega fueron las señales visibles.

Con Manuela  esos primeros  síntomas  fueron iguales. 

Pero Luzón  cree que el proceso comenzó antes. "Cuando Emilio Botín me llevó al límite en noviembre de 2011 y yo me negué a aceptar su propuesta para seguir siendo yo mismo.  Se rompieron algunas de mis neuronas. Aquella mañana mi boca se quedó sin saliva. Al levantarme de la silla, tras la dura conversación que mantuvimos cara a cara, me rompí. Ya no respiré igual. Allí empezó todo".

El episodio al que hace referencia es su salida del banco Santander, que no sucedió tal y como Luzón había planeado. Lo relata con mucho detalle en el libro, pero el resumen es que "aquella conversación fue la gota que colmó el vaso: demasiado sacrificio, demasiado empeño durante 60 años. Ese día mi cuerpo se rompió. Mi alma se entristeció. Y comenzó el apagón. No fue repentino, pero ahí arrancó la desconexión". 

Él creía que Botín, su jefe, con el que tenía una amistad y buena sintonía, respetaría el "pacto de caballeros" que habían acordado. Pero no fue así. "¿Cómo no romperme? ¿Cómo no iban a apagarse mis  neuronas? ¿Cómo gestionar el dolor? Sólo 20 meses después empezó la mala pronunciación" -  se  lee en su  libro.

Francisco ha preguntado a cuatro neurólogos si lo sufrido entonces pudo desencadenar la Esclerosis Lateral Amiotrófica. La respuesta es la misma en todos los casos: "Mira Paco, no está demostrado científicamente. Pero en muchos casos la ELA empieza a manifestarse cuando la persona tiene una vivencia dramática fuerte". 

Esa entrevista, y ese libro, me acompaña desde entonces. 

Y en esta confesión fue lo primero que hablé y de lo que pedí perdón. Pobre cura, ¡ rompí a  llorar!


Un  año  antes de manifestarse  la enfermedad  en Manuela, también  hubo  un episodio dramático, muy fuerte  para  ella. Le fui infiel.  Me pilló. Aquello fue un desastre.  ¡ Me  quería  tanto  esa mujer!


Ella que vivía para mi, que gustaba  ponerme contra la pared por sorpresa  y decirme " ¿ tú sabes lo muchísimo que te quiero?...que sueño cuando estás de viaje que soy  la única mujer de tu vida?".

Me  perdonó. Y  seguimos  adelante. Y, aunque  algo  intuía  de  la  relación causa  efecto  de  todo ese  proceso en el ELA,  este  testimonio no  ha hizo  más  que  confirmar  mis sospechas.

Y ahora, ¡ Dios!",  sé que me perdonas  pero, coño, ¿ cómo  se  cura  esta herida?, ¿ cómo me absuelvo ?



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2 comentarios:

  1. Es jodido, sí. Yo también buceo en el sentimiento de culpa y se me desgarra el alma. Pero hay que seguir viviendo sin martirizarse; y no repetir lo que a la postre nos martiriza. Qué cagada la mía; y la tuya; ¿y la de quién no? Consuelo de tonto, pero todos la jodemos alguna vez.

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  2. A estas alturas ya hemos hecho mucho daño. Mucho mucho y muchas veces irreparable. Me he arrepentido, he llorado, lo he sentido, me he confesado y de tanto en tanto la culpa vuelve y pierdo la paz. Yo sé que dios me ha perdonado lo malo es que yo no me perdono. Pero me obligo a vivir con paz. Y subrayo que me obligo pues lo confesado confesado está. Tengo la esperanza del perdón divino. No puedo hacer más. Entonces me abandono y confío. Es mi única salida

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