jueves, 26 de noviembre de 2020

¡Y EL MUNDO POR MONTERA!

Repasando cosas del pasado encontré esta cartulina que le envié a Manuela cuando la conocí. Sí, esta mierda de dibujo es mía.

Hay personas que nacen prácticamente con  una vocación  muy definida y que de muy pequeños te dicen: «Yo quiero ser médico», «Yo quiero ser sacerdote», y lo acaban haciendo. 

Yo creí tener una vocación muy definida y clara. Una llamada. 

Después la vida me llevó de acá para allá, dándome unas usties  muy principales con esa entrega . Y me pasó como a  la mayoría ,  que resulta que todo es  un proceso de búsqueda y un proceso en el cual puedes tener una vocación con  muchas llamadas  a lo largo de la vida. 

Tú puedes tener un  vocación  hasta que aparece alguien y, de repente,  te iluminas y ves que es otra entrega donde el mundo te necesita. Ese alguien fue Manuela.

Esa pasión, ese talento que tú descubres dentro de ti, que es útil al mundo y que puede ser el motor de tu vida. Y mandas todo a freír espárragos.

A una edad que no tocaba, cuarenta y cuatro tacos, regresamos a un amor desatado. Sin filtros, como tienen tantos filtros los adultos, que hacen  cosas en función de las expectativas de los demás y quieren  agradar a sus jefes,  a su familia, a su gente. 

¡Todo fue  tan maravillosamente espontáneo! 

Uno vivía entonces haciendo todo al mismo tiempo y eso era un desastre de vida,  lo más contrario que hay a vivir el presente, porque estás en muchos lugares, estás haciendo muchas cosas a la vez, pero ninguna bien, y no estás disfrutando con ninguna.

Lo nuestro fue fulminante , "o ahora o nunca". 

Este dibujo - esta mierda de dibujo - habla de eso:  «Esto que estamos viviendo ahora mismo no se repetirá nunca más. Y este tren va a seguir con nosotros o sin nosotros». Y el  darnos cuenta del carácter único de esa historia y ese momento pedía gritos ponerse al mundo por montera. 

En esas fechas teníamos mucho miedo. Muchísimo. 

¿Por qué escribo esta entrada?...a veces pensamos «bueno, sé que tengo que dar este paso, o atender a esta persona que me necesita , pero ya habrá otra oportunidad...¡vaya lío!».

Nosotros dimos ese paso, nos pusimos el mundo por montera pero, amiga, amigo que me lees, a veces no hay otra oportunidad.  

En fin, haz lo que quieras, pero de lo que estoy seguro es de que nunca te arrepentirás de tomar esa decisión.



2 comentarios:

  1. A una edad similar me ocurrió algo parecido: el amor absoluto, cegador, pleno, perfecto. Afortunadamente - ya con la mesura de los doce años transcurridos y habiéndome absuelto del tremendo sentimiento de culpa que me persiguió durante varios de estos años por haber mandado todo al carajo (ella no sé si me ha absuelto, creo que no ) - sigo disfrutándolo. Y a pesar del miedo (aterrador), y del vértigo (brutal), mereció la pena. Como decía Paco Rabal, con dos cojones, Búfalo.

    ResponderEliminar
  2. Enmedio de una gran tormenta, con un vendaval del carajo, a punto de perder el equilibrio y con un vértigo del catorce, hay un minuto de calma, incluso de desconcertante placer inusual. Resulta ser un momento de felicidad. Salvaje y brutal como el galope de un caballo salvaje. No intentes comprenderlo. Limitate a disfrutarlo.

    ResponderEliminar