Lo sé por intuición, pero lo sé: las cosas perdidas buscan a su dueño.
No sabes cómo, y tampoco importa.
Es como cuando vas al mercadillo de cosas viejas , deambulando entre antiguallas, y algo , un libro, una muñeca, una foto, y cuadro, un objeto, y parece que te llama.
Así me sucedió con ella.
Paseaba sin rumbo por Valladolid, perdido, hacia ninguna parte , y fue entrar en una cafetería llamada Otelo, ¡ y ya está !: esta cosa perdida encontró a su dueña.
Probablemente, también Manu estuviese perdida. Al final, qué más da: menos por menos...¡ es más!
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