viernes, 13 de noviembre de 2020

LA VIDA MANCHA.

 La película "Un monstruo viene a verme"  llega directa al corazón cuando  el  tejo  fantástico le cuenta las tres historias al chaval. El crío  no entiende nada. Acostumbrado a  cuentos de buenos y malos , de blancos y negros, se  le escapa  el sentido  de  esas narraciones .


La vida no es  lo que piensa ese crío. La vida mancha.

El propio  monstruo  se lo explica: 

¿Cómo puede una reina ser a la vez  una bruja buena y una bruja mala?

¿Cómo puede un príncipe ser a  la vez un asesino y un salvador?

¿Cómo  puede un boticario tener un carácter  del demonio , pero ser recto en sus principios?

¿Cómo  puede un párroco  tener malos  pensamientos y buen corazón?

¿Cómo es posible que los hombres invisibles estén más solos  cuando logran que el mundo los vean?

Ese niño que no entiende el dolor, ni las contradicciones de  la vida, la inmadurez de su padre, la perfección de una abuela  que piensa  que la suma de actos perfectos hacen mejores a las personas, que se hace daño rompiendo  la vida que le rodea porque no se gusta, ese niño  se parece demasiado a  mi, a ti.

A ti cuando  has llorado porque  te dijeron que los padres son buenos y resulta que no, que son buenos y malos, desordenados, perfeccionistas, ateos y creyentes, egoístas y generosos. Algunos resultaron ejemplares, y otros  unas piltrafas de  personas. Te dijeron que Dios era un Padre y  también te contaron que  tenía un infierno terrible, que no se andaba con chiquitas con los que morían en pecado mortal. 

Te creíste  todas esas  historias.

Se rieron de ti  porque eras tont@, o gord@, o fe@, o lent@, o demasiado list@. Tú también fuiste invisible. Y el día que decidiste dejar de serlo  descubriste  lo mejor y lo peor de ti. 

Uno ha llorado haciéndose daño, porque para conocernos tenemos que sentirnos solos, y darnos cabezadas contra la pared. La vida  es así. Rezaste pidiendo un milagro que no llegó. El milagro era otro, y no  lo supiste ver. Convéncete, somos una cola de leprosos  que se plantan delante de un hombre pidiendo a gritos su curación...¡y sólo vuelve uno a agradecer!: ¡¡¡UNO!!!. Miserables.  Damos mucha pena se nos  mire como se  nos  mire.

No somos  más  que caracoles arrastrando su casa  y rebuscando  en las papelera de la empresa en la que trabajas para ganarte el sueldo . Tu  sueldo, ¡ja!. Una transferencia. Mientras otros   también reciben su transferencia recogiendo   cartones, vidrio, chatarras, desperdicios , algo que se pueda trocar , mercancía  de la busca  de  la otra orilla, donde todos los náufragos del mundo queremos ir, acumulando flotadores, salvavidas....llegamos a esa playa desnudos.

Estamos  regresando a casa.




1 comentario:

  1. Ciertamente, creo que en ocasiones he sido el mejor éticamente hablando; y en otras, el mayor hijo de puta.

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