Muchas veces pensé en dedicar varias entradas del Barullo a esos días , temporadas, donde uno fracasó - ¡ y de qué manera!
Esos días que el barco se fue a las piedras, que te viniste abajo con todo el equipo. Y hacerlo para no olvidar. Después la vida, ¡tan cambiante !, nos lleva a otros puertos, otras historias, otros caminos que se tomaron porque , hay que decir la verdad, no podías hacer otra cosa.
Todo lo que me da la vida y todo lo que te quita cuando se marcha.
Los años de Lérida...llegué tocado y hundido de Barcelona. Un destierro. Fueron años muy contradictorios. De mucha soledad. No importaba a nadie. Y paseaba por esa ciudad que me parecía una cárcel fría, extraña, indiferente. Iba de aquí para allá repostando en bares , bebiendo Voll Dams con ginebra con manguera, y llegando a casa dando tumbos.
Probablemente llevaba larvada una depresión debida a no saber aceptar que toda mi imagen se había venido abajo. Esa misma soledad y esa rebeldía me hacía sentir una necesidad física de salir a la calle y perderme en la niebla como si fuese un iglú, defender como sea mi soledad y no dejar que se acerquen que me toquen que me hablen que me miren.
Fueron cinco años los que estuve en Lérida. Los dos primeros no solucionaron nada. No es buena medicina dejar en tierra de nadie a alguien como yo : no hablarle, no reconocerle, dar la callada por respuesta. Si solo hubiera fracasado con una persona, con dos personas, con algún grupo que otro... Pero no. Me quedé sin la coartada de que los malos son los otros. Tuve la sensación de que fracasé con todos. No quedó ni un solo renacuajo en mi charca. Lo mío con la soledad es como acertar dos mil veces seguidas al número 54.
¿Dónde vive Suso? En la soledad. ¿Con quién sale? Con la soledad. ¿En qué trabaja? En la soledad.
Después, poco apoco, comencé a salir del pozo pero, ¡ ay!, otra vez con muchas historias que no podía contar. Sin embargo, nunca olvidé esos años. Y gracias a eso he sabido reconocer después, en otros lugares, en otros Susos , otros fracasados, otros barcos desfondados, rotos.
Sí, de eso va la entrada. De no olvidar tus años de fracasos, de miedos, de lágrimas., de rezar sin creer...porque de ese tesoro , un día , verás alguien a la vera del camino y reconocerás esa mirada.
Te tocará a ti.
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