martes, 1 de diciembre de 2020

LOS MUERTOS.

La película Los muertos de John Huston (Dublineses) termina con una de las escenas más hermosas de la historia del cine.


La pareja protagonista ha asistido a una fiesta y, al regresar al hotel, la mujer rompe inopinadamente a llorar. 


Es a causa de la canción que ha escuchado durante la cena y que le ha recordado un episodio de su juventud: un muchacho se enamoró de ella y, el día antes de su marcha, se pasó la noche bajo la lluvia esperando que fuera a abrazarle, lo que sería la causa de su muerte. 


Y aquella canción le ha recordado a ese chico que murió por ella. La mujer se queda dormida agotada por la emoción y el marido se da cuenta del triste papel que ha desempeñado en su vida. “Jamás he sentido por ninguna mujer lo que aquel chico sintió”, se dice. Y comprende que algo así tiene que ser el amor.


Nos reímos de esos amores pero , ¿por qué entonces nos sigue conmoviendo la historia de una mujer que conserva durante toda su vida la imagen de los ojos de su amante cuando le dijo que si ella se iba no quería seguir viviendo?


 ¿Por qué al escuchar esta historia todos sentimos envidia de ese niño que muere de amor?


Leí de un profesor  que le habían diagnosticado un cáncer terminal con muy pocos meses de vida. Decidió dar una charla a todos los alumnos de su universidad para darles un mensaje que les sirviera para el resto de su vida. Y el título de la conferencia era «La importancia de recuperar los sueños infantiles». 


Estoy convencido que cuando una persona va perdida en la vida, y vive en el desvarío y no sabe qué quiere hacer con su vida, lo mejor es que vuelva  al pasado y que recuerde como niño qué sueños tenía, qué quería ser de mayor, qué le gustaba hacer, qué cosas dejó en el camino porque entró en esta vía estrecha de los currículums, la educación, los objetivos. De lo que los demás esperaban de ella.


Entonces, si volvemos a recordar cómo éramos de niños o si tenemos la suerte de tener personas que son testigos de nuestra infancia, pues ahí podemos recuperar una esencia que nos puede devolver ese espíritu de nuestra mejor cara.




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