jueves, 29 de julio de 2021

UN MENDIGO DE SAN CUGAT.

En la acera comercial más  mollar de sant Cugat  , la que va desde el  Monasterio hasta la Estación , entre tiendas de moda  pija , restaurantes caros, perfumerías de  diseño hay  una redada  de policías. Dos coches  han parado  a cachear un pordiosero postrado sobre una manta guarrísima  que no serviría siquiera para cubrir el  cadáver de un perro atropellado en la autopista.


El mendigo tiene  pinta de padecer  todas  las enfermedades  que habitan el cuarto mundo. Los policías lo cachean  con   guantes puestos , y cierta cara de repulsión. Cuatro policías  , cuatro, frente a un hombre postrado que exhibe  su desgracia esperando que la caridad caiga en una caja de cartón abierta a sus pies  mugrientos. 

Los ojos parecen salir de la órbitas, una mirada huidiza, una delgadez extrema. Está aturdido. 

En ese momento la caja no contiene ni una sola moneda. Salen  del Mercadona  chicas  con unos shorts  mollares,   unos  chavales se cruzan con unos monopatines, vuelven del trabajo hombres encorbatados, una madres pijas pasean sus niños en carritos , y llevan  bolsas de tiendas de la zona. 

Uno de  los  policías rebusca entre  los enseres  de una bolsa  y saca con cara de asco un cazo  de peltre. 

En ese instante, a ese retablo de dolores  , harto de tanta parafernalia  ,  le entran ganas de hacer pipí. Se despereza,  se levanta  , los policías dan un paso atrás. 

- ¿Puedo ir a mear?...es  que me estoy  meando- dice  con una voz pastosa y alelada. 

Y sin que nadie  le dé permiso se introduce   en un bar regentado por chinos.Antes de cruzar  la puerta , el mendigo le grita a los  pilis:  "¡Eh, tíos, echadme un ojo a la manta!". 

Los tíos, gafas oscuras, de impecable  uniforme azul oscuro y amarillo.Sus botas negras , la gorra encasquetada , se quedan mirándose entre ellos  con una perplejidad  maravillosa.

 El  mundo  al  revés. Un perfumado y  aseado gentío  pasa por esa avenida  comercial  y ninguno percibe que es atentamente vigilado por cuatro atentos policías   por si a algunos de ellos  se  les ocurre   robarle la manta a un pordiosero. 

Regresa  el colegui a  su manta con una  mancha de orina en medio de la bragueta y comprueba que no falta nada.   

Cada uno defiende sus joyas, que pueden ser diamantes o mierda.

Los policías  se van , no sin antes pedir al gueropa que abandone  el  lugar.

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2 comentarios:

  1. La entrada del dia de hoy está repetida. Ya la publicaste en este mismo blog hace un tiempo.

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