Hace tiempo leí un libro que os recomiendo . Fue como cuando descubres que si alguna vez te metes en un lío, ponerte un lápiz estrujado en la nariz cuela como bigote, y puedes pasar desapercibido...
Se titula “El antropólogo Inocente” de Barley Nigel. Es un estudio, casi una novela autobiogáfica, que narra los años que anduvo su autor inmerso en la cultura de los Dowayos, pueblo que está donde el viento da la vuelta, en Camerún.
Divertido, a ratos muy divertido. Siempre entretenido.
En un capítulo relata una fiesta a la que asiste en medio de un poblado, la fiesta de las calaveras. Pregunta a un dowayo quién ha organizado el festival...
- El hombre de las púas de puerco espín en el pelo- le responde muy serio.
Después de un buen rato observando , Barley repregunta.
- Yo no veo a nadie con púas de puercoespín en el pelo.
- No. Es que no las lleva
Después de un buen rato observando , Barley repregunta.
- Yo no veo a nadie con púas de puercoespín en el pelo.
- No. Es que no las lleva
Y añade Barley : “siempre describían las cosas como deben ser, no como eran”.
Leer ese comentario produjo en mi el mismo efecto que la famosa magdalena de Proust…de la mano de esa frase recordé otras organizaciones , de todo tipo , que son exactamente así:" describen las cosas como deben de ser, no como son”.
Y ,lo que es peor, se lo creen.
En muchas de esas organizaciones sus jefes , directores, superiores, saben que las cosas no son así, que nada responde al carisma original, que todo es un artificio, pero prefieren vivir señalando “al hombre de púas de puerco espín en el pelo”.
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