viernes, 2 de julio de 2021

EN CONSERVA.

Hay un tipo de virginidad que nace corrompida. La he visto en mujeres y hombres que aunque han entregado su vida a Dios esa pureza no es una virtud. 


Recuerdo un sacerdote que viendo mi entusiasmo juvenil , le había comentado como aún existían los milagros, me dijo " me gustaría preguntarle a Lázaro qué pensaba de que le hubiesen resucitado y despertado del sueño eterno. Estoy seguro que no le hizo ninguna gracia morir dos veces". O aquel que , refiriéndose a otro presbítero , comentó, " sí, ése aún cree en el Espíritu Santo".

Esas virginidades crispadas, secas, tristes, envaradas, cascarrabias. Esas que se parecen al rechazo inapetente de todo alimento por ciertos estómagos enfermos. Es una virginidad agriada, de aquel buen vino derivo en un mal vinagre. 

Es una pureza se parece a la que consigue la química por esterilización. Mujeres y hombres cuyas virtudes están "en conserva". 

Se trata de manipular el alma de lo que llamamos vida de tal forma que se evite o ralentice su deterioro . Estas personas evitan el crecimiento del pasto natural, levaduras, hongos y otros microorganismos, retrasando la oxidación de las grasas que provocan ser rancios. 

Se impregnan de azúcar o vinagre ( hay virtudes dulzonas o agrias ), se esteriliza para matar cualquier germen, y se enlata para aislarse del mundo y evitar la contaminación. 

Viven en peceras incontaminadas, bañados en aditivos químicos.



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