domingo, 9 de noviembre de 2014

LA CARTERO.

Andando por la calle me cruzo con una cartero (no sé si ahora tienen un nombre más, no sé, como "responsable urbana del cuerpo de Correos) , sale de un portal. Y lo hace bien guapa y cantando.

¡Sí señora!: he ahí una mujer feliz, que le gusta lo que está haciendo y, probablemente lo haga muy bien.

Una persona que canta en su trabajo no puede hacerlo mal...a no ser que "cante" de otra manera. O que su oficio sea de algo en Pompas Fúnebres. 

Cito de memoria, pero alguien dijo que  si un hombre está llamado a ser barrendero, debería barrer las calles como pintaba Rembrandt o como componía Bach, o como escribía Cervantes. Debería barrer las calles tan bien que todos los habitantes del cielo y de la tierra se detuvieran para decir: «Aquí vivió un gran barrendero que hizo bien su trabajo».

4 comentarios:

  1. La "cartero" (pensé que te referías a una billetera) de mi barrio también suele cantar y es muy simpática: quizá sea un "cluster" de felicidad y deberíamos haber sido carteros. La judicatura en cambio es un colectivo especialmente amargado.

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  2. Creo que el trabajo de barrendero permite ir silbando mientras lo haces, es decir, pensando, imagino, en cosas bien distintas al trabajo de barrendero.

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  3. Querido Anónimo de las 10:49,

    no está mal esa definición del “trabajo ideal” –cuando éste no es vocacional–: el que te permite desempeñarlo pensando en otras cosas.

    Canturrear, igual que sestear, no es más que una manera de evadirse a otros mundos. Eso es lo que Ignatius J. Reilly, el protagonista de “La conjura de los necios”, calificaba de “condiciones laborales realmente fastuosas”, cuando veía a los empleados de Levy Pants cabeceando sobre sus escritorios.

    Pero cuando el trabajo no es vocacional y tampoco te permite desentenderte de él al desempeñarlo, entonces se convierte en un infierno, que en este contexto podríamos definir como un “encadenamiento de la psique”.

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  4. Es más, el trabajo ideal –cuando éste no es vocacional– no es sólo el que le permite a uno evadirse a otros mundos, sino el que facilita y propicia, e incluso el que incita y anima a esa evasión.

    ¿Será eso lo que nuestro Driver encuentra en la carretera? ¿La lanzadera que le dispara a sus universos fabulosos?

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